jueves, 17 de enero de 2008

El hombre, el adán, el esclavo, el hijo, el homosexual, el marido, el político, el sacerdote (PARTE 4)


El esclavo
UNO de los problemas que tiene que encarar todo ser humano es el mundo en el que ha nacido. Su ser y las intenciones del mundo no van a la par. El mundo quiere que sea útil, que sea un esclavo, que sea utilizado por los que tienen poder. Y naturalmente, el hombre está resentido por esto. Quiere ser él mismo. El mundo no le permite a nadie ser lo que se supone que es por naturaleza. El mundo intenta amoldar a todas las personas a su conveniencia: útil, eficiente, obediente, pero nunca rebelde ni afirmándose, ni declarando su propia individualidad, sino siendo servil, casi como un robot. El mundo no quiere que seáis seres humanos, quiere que seáis máquinas eficientes. Cuanto más eficien-tes sois, más respetables, más honorables. Y esto es el origen del problema.
Nadie nace para ser una máquina. Es una humillación, una degradación; es quitarle al hombre su orgullo y su dignidad, destruirlo como ser espiritual y reducirlo a una entidad mecánica. En consecuencia, todos los niños empiezan a cerrarse desde el principio, cuando se dan cuenta de las intenciones de la sociedad, de los padres, de la familia, del sistema educativo, de la nación y de la religión. Se empiezan a volver defensivos a consecuencia del miedo, porque se tienen que enfrentar a una fuerza tremenda. Son tan pequeños y frágiles, tan vulnerables, tan indefensos, tan dependientes de las mismas personas de las que se tienen que defender...
El problema se complica más aún porque el niño se tiene que defender de las personas que creen que le quieren. Y probablemente no estén mintiendo. Las intenciones son buenas pero carecen de conciencia; están totalmente dormidos. No saben que son marionetas en manos de una fuerza ciega que se llama sociedad, todas las instituciones y los intereses creados juntos.
El niño se enfrenta a un dilema. Tiene que luchar contra los que ama, y además cree que le aman. Pero lo curioso es que la gente que le quiere, no le quiere tal como es. Le dicen: «Te queremos, sí, te queremos, pero sólo si sigues nuestro camino, si sigues nuestra religión, si te vuelves obediente como nosotros.» Si te vuelves parte de este extenso mecanismo, donde vas a vivir el resto de tu vida..., no tendrá sentido luchar contra él porque te aplastará. Es más sensato rendirse y aprender a decir sí, te guste o no. Reprime tu no. Se espera que digas sí a todo en cualquier condición, en todas las situaciones. El «no» está prohibido. «No» es el pecado original. La desobediencia es el pecado original, y después la sociedad se toma la revancha con creces. Esto provoca un gran miedo en el niño. Todo su ser quiere afirmar su potencial. Quiere ser él mismo porque si no fuera por esto, la vida no tendría sentido. A menos que lo haga no será feliz, no estará alegre, satisfecho, contento. No se sentirá cómodo, siempre estará dividido. Habrá una parte de su ser, la más intrínseca, que siempre estará hambrienta, sedienta, frustrada, incompleta. Pero estas fuerzas son enormes y es muy arriesgado luchar contra ellas.
Naturalmente, poco a poco, todo niño aprende a defenderse, a protegerse. Cierra todas las puertas de su ser. No se expone a nadie, empieza a fingir. Comienza a ser un actor. Actúa según las órdenes que le dan. Si surgen dudas, las reprime. Si su naturaleza se quiere afirmar, se reprime. Si su inteligencia le dice: «No está bien, ¿qué estás haciendo?», renuncia a ser inteligente. Es más prudente ser un retrasado, no ser inteligente. Cualquier cosa que te enfrente a los intereses creados es peligrosa. Y es arriesgado abrirte, incluso a las personas más próximas. Por eso todo el mundo se ha cerrado. Nadie abre los pétalos sin miedo, como una flor, danzando al viento y bajo la lluvia, bajo el sol..., tan frágil pero sin miedo.
Estamos viviendo con los pétalos cerrados, con miedo de hacernos vulnerables si los abrimos. De modo que todo el mundo usa escudos de todo tipo, te escudas incluso detrás de la amistad. Parecerá contradictorio, porque la amistad significa estar abierto el uno al otro, compartir vuestros secretos, compartir vuestros corazones. Todo el mundo vive lleno de contradicciones, La gente utiliza la amistad, el amor y la oración para escudarse. Cuando quieren llorar, no pueden; sonríen, porque la sonrisa es un escudo. Cuando no quieren llorar, lloran, porque en determinadas ocasiones las lágrimas pueden actuar de escudo. Nuestra risa sólo es un movimiento con los labios, y tras ella escondemos la verdad: nuestras lágrimas.
Toda la sociedad se ha desarrollado en torno a una idea que básicamente es hipócrita. Tienes que ser lo que los demás quieren que seas, no lo que eres. Por eso todo se vuelve falso, ficticio. Mantienes la distancia incluso en la amistad. Permites a los demás que se acerquen sólo hasta un cierto punto. Si alguien se acerca demasiado quizá pueda ver detrás de tu máscara. 0 quizá se dé cuenta de que no es tu cara sino sólo una máscara, y tu cara está detrás. En el mundo que hemos estado viviendo hasta ahora todas las personas han sido mentirosas y falsas.
Mi visión del nuevo hombre es la de un rebelde, la de un hombre que está buscando su ser original, su rostro original. Un hombre que está preparado para renunciar a todas las máscaras, todas las pretensiones, todas las hipocresías, y mostrarle al mundo quién es en realidad. No importa que te amen o te critiquen, te respeten, te honren o te difamen, que te coronen o te crucifiquen; porque la mayor bendición que hay en la existencia es ser tú mismo. Aunque te crucifiquen, tú seguirás estando satisfecho e inmensamente complacido.
Un hombre de verdad, un hombre sincero, un hombre que conoce el amor y la compasión y que comprende que la gente está ciega, inconsciente, dormida, espiritualmente dormida... Hacen las cosas medio dormidos. Has estado condicionado durante tanto tiempo, tantos años, toda tu vida, que deshacerte del condicionamiento también te llevará un tiempo. Te han cargado con toda clase de ideas falsas, mentiras. Te llevará un tiempo renunciar a ellas, reconocer que son falsas y ficticias. En realidad, en cuanto te das cuenta de que algo es falso no es difícil renunciar a ello. Cuando reconoces lo falso como falso se cae por su propio peso. Basta simplemente con reconocerlo. Se rompe tu conexión, tu identidad. Y cuando desaparece lo falso, aparece lo verdadero con toda su novedad, toda su belleza, porque la sinceridad es belleza, la honestidad es belleza, la autenticidad es belleza. Simplemente ser tú mismo es ser bello.
Tu consciencia, entendimiento y valentía de que estás decidido a encontrarte y tu compromiso con esto disolverá todos los rostros falsos que te han sido adjudicados por los demás. Ellos también son inconscientes (tus padres, tus profesores), no te enfades con ellos. También son víctimas como tú. Sus padres, los profesores y los sacerdotes han corrompido sus mentes; tus padres y tus profesores te han corrompido a ti. Nunca se te ha ocurrido pensar que fuese incorrecto lo que te enseñaban tus padres (que te quieren), tus profesores o tus sacerdotes. Pero es incorrecto y ha creado un mundo incorrecto. Es totalmente incorrecto. Y la prueba se extiende a lo largo de toda la historia: las guerras, los crímenes, las violaciones...
Millones de personas han sido asesinadas, degolladas y quemadas vivas en nombre de la religión, en nombre de Dios, de la libertad, de la democracia, en nombre del comunismo, y otros ismos; bellos nombres. Pero lo que sucedió al amparo de esos bellos nombres es tan desagradable que un día el hombre mirará a la historia como si fuese la historia de la locura, no la de una humanidad sana.


Las religiones han censurado la vida de todas las formas posibles; ¿qué puede hacer un niño si todo el mundo censura la vida? El mundo está lleno de censores. Toda esta censura le impresiona. Fíjate simplemente en la historia del origen del mundo. Dios le dijo a Adán y Eva: «No comáis del árbol del conocimiento, y no comáis del árbol de la vida.» Les prohibió comer de dos árboles. Son las dos cosas más importantes de la vida: la sabiduría y la vida; y Dios les niega las dos. Puedes comer todo tipo de hierbas y todo lo que quieras. Él no te está diciendo: «No tomes marihuana, no bebas alcohol.» No, eso no le interesa. Adán y Eva pueden fumar hierba, está permitido; pueden hacer vino con las uvas, está permitido. Sólo hay dos cosas que no están permitidas: no deben volverse conocedores, deberán permanecer ignorantes; y no deben vivir sino que deben seguir posponiendo la vida. Y como desobedecieron y comieron del árbol del conocimiento... No tuvieron tiempo de comer los frutos del segundo árbol, fueron sorprendidos. Después de comer del árbol del conocimiento se dirigieron rápidamente hacia el árbol de la vida pero se lo impidieron inmediatamente. Es natural que todo el que está despierto, consciente (estas son las cualidades de la sabiduría), quiera antes que nada profundizar en la vida, saborearla al máximo, conectarse con su centro, sumergirse en el misterio de la vida.
La historia no lo cuenta, pero la historia está incompleta. Os digo que después de comer del árbol del conocimiento (y es totalmente lógico) se dirigieron inmediatamente hacia el árbol de la vida. Y por eso a Dios le resultó tan fácil sorprenderlos; por otra parte, en el Jardín del Edén había millones de árboles y ¿dónde los podía encontrar? Le habría costado una eternidad: en vez de ser el hombre que busca a Dios, sería Dios que todavía estaría buscando al hombre.
Pero aunque la historia no lo cuente, me imagino lo que debe haber sucedido. Dios, sabiendo que habían comido del árbol del conocimiento, fue inmediatamente a esperarles al árbol de la vida porque sabía que irían allí. Es simple lógica, no necesitas ser Aristóteles. E inevitablemente fueron sorprendidos allí. Estaban los dos corriendo desnudos, regocijándose porque por primera vez habían abierto los ojos. Por primera vez eran seres humanos; hasta entonces sólo habían sido un animal más entre los animales... y Dios les expulsó del Jardín del Edén. Desde entonces, el hombre ha estado anhelando la vida, más vida. Los sacerdotes que representan al Dios que te expulsó del Jardín del Edén -los papas, los imanes, los shankaracharyas * Sumo sacerdote de la religión hinduista. (N. de los T.), los monjes, los sacerdotes-, todos ellos representan siempre al mismo personaje.
Pero, curiosamente, nadie te dice que este personaje fue tu primer enemigo. Todo lo contrario, dicen que quien persuadió a Eva fue la serpiente: «Eres tonta por no comer del árbol del conocimiento. Dios está celoso; tiene miedo de que te vuelvas sabia si comes del árbol de la sabiduría. Tiene miedo de que te vuelvas como él si comes del árbol de la vida. Y entonces, ¿quién le va a alabar? Tiene celos, tiene miedo, por eso te lo ha impedido.»
La serpiente fue la primera amiga de la humanidad, pero es maldecida. Al amigo se le llama demonio, y al enemigo se le llama Dios. ¡El comportamiento del pensamiento humano es extraño! Deberías dar gracias a la serpiente. Gracias a ella te has convertido en lo que eres. Al haber desobedecido a Dios has alcanzado cierta dignidad, el orgullo de ser humano, cierta integridad, cierta individualidad.
En vez de dar gracias a Dios, cambia la frase. En vez de decir «¡gracias a Dios!», di «¡gracias a la serpiente!». Sólo lo hizo por cortesía...; de lo contrario, ¿por qué había de molestarse por ti? Debe haber sido muy compasiva.


La desobediencia es la base del verdadero hombre religioso; la desobediencia a todos los sacerdotes, los políticos y los intereses creados. Sólo entonces podrás deshacerte de los condicionamientos. Y cuando ya no estés condicionado, no te preguntarás cuál es el objetivo de la vida. Tu pregunta dará un giro. Te preguntarás: «¿Cómo puedo vivir con más totalidad? ¿Cómo puedo sumergirme totalmente en la vida?» Porque la vida es la finalidad de todo; de modo que no puede haber una finalidad para la vida. Pero sufres por la privación, y aparte de la muerte parece no haber nada más; la vida se te escapa de entre las manos y la muerte está cada vez más cerca. Tu vida no es más que una muerte lenta.
¿Y quién te ha hecho esto? Todos tus «benefactores», tus bienhechores, tus profetas, tus mesías, tus encarnaciones de Dios. Estas son las personas que han convertido tu vida en una muerte lenta, y han sido muy inteligentes al hacerlo. Han utilizado una estrategia muy simple: dicen que tu vida es un castigo. Los católicos dicen que naces con el pecado original. Entonces, ¿cómo puedes estar vivo?, sólo eres un pecador. Por tanto, la única manera de tener una vida verdadera es detener esta vida que sólo es pecado. ¿Quiénes son vuestros santos? Vuestros santos son personas que viven bajo mínimos; cuanto menos viven, más grandes son. Todos vuestros sabios viven en una pesadilla, y están predicando para que les sigáis. Su esfuerzo consiste en truncar vuestra vida en todo lo posible. Se censura la vida, el sexo, el deseo de vivir con comodidad. Se censura disfrutar de cualquier cosa. Esto es truncar la vida. Te la van quitando poco a poco.
Te sorprenderás si te fijas en la historia de los monasterios católicos, jainistas, budistas o hindúes: es increíble que en nombre de la religión se haya tratado al ser humano de una forma tan inhumana. Todo tipo de estupideces...
El político se ve favorecido cuando estás menos vivo, porque entonces eres menos rebelde, más obediente, más convencional, más tradicional..., ya no eres un peligro. Al sacerdote también le favorece que estés menos vivo por los mismos motivos. Si estás realmente vivo serás un peligro para todo el mundo, para todos los que te intentan explotar, los astutos, los parásitos. Lucharás con dientes y uñas. Preferirías morirte antes que vivir como un esclavo, porque para una persona completamente viva incluso la muerte no es una muerte, sino la culminación de la vida. Sigue viviendo intensa y totalmente incluso en el momento de su muerte. No tiene miedo a la muerte, no le tiene miedo a nada.
Esto hace que los poderes establecidos tengan miedo de las personas vivas. Han encontrado una
estrategia muy sutil que consiste en otorgarle una finalidad a tu vida: esta finalidad es que seas alguien.
Tú ya eres lo que la existencia quiere que seas. No tienes que convertirte en alguien.
Pero continúan diciéndote que tienes que convertirte en un Jesucristo. ¿Por qué? Si Jesucristo no se tuvo que convertir en mí, ¿por qué me tengo que convertir yo en Jesucristo? Jesucristo debería ser Jesucristo, yo debería ser yo. ¿Qué están haciendo los católicos? Intentan imitar a Jesucristo, intentan, de algún modo, convertirse en él. Los hinduistas intentan ser Krisna; los budistas intentan ser Buda. ¡Qué extraño! Nadie se ocupa de sí mismo; todo el mundo quiere ser otra persona. Eso trunca tu vida completamente. Por eso digo que la vida no tiene ninguna finalidad porque es una finalidad en sí misma.
Olvídate de todas las finalidades. Olvídate incluso de la idea de futuro.
Olvida completamente que vaya a haber un mañana. Retírate de todas las dimensiones y direcciones. Concéntrate aquí y ahora, y en ese instante podrás conocer la vida en su eternidad.
OSHO

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