sábado, 19 de enero de 2008

El Hombre, el adán, el esclavo, el hijo, el homosexual, el marido, el político, el sacerdote (Parte 6)


EL ROBOT

¿ Por qué dicen los sufíes que el hombre es una máquina?

PORQUE el hombre es una máquina, por eso. El hombre tal como es, es totalmente inconsciente. No es más que sus hábitos, la suma total de sus hábitos.
El hombre es un robot. El hombre todavía no es un hombre. A menos que la consciencia penetre en tu ser, seguirás siendo una máquina.
Por eso dicen los sufíes que el hombre es una máquina. George Gurdjieff (Místico del siglo xx procedente del Cáucaso.) (N. de los T.) tomó de los sufíes la idea de que el hombre es una máquina y la introdujo en Occidente. Él fue el primero en decir que el hombre era una máquina. Esto escandalizó a mucha gente, pero estaba diciendo la verdad.
Es muy raro que seas consciente. En setenta años de vida, si vives lo que se considera una vida corriente, no tendrás más de siete instantes de consciencia.
Y estos siete instantes o menos serán por casualidad. Por ejemplo, tendrás un momento de consciencia cuando alguien te ponga de repente una pistola en el corazón. En ese momento se detiene tu pensamiento, tu pensamiento habitual. Durante un instante eres consciente, es tan peligroso que no puedes seguir dormido como de costumbre.
Cuando hay una situación de peligro te vuelves consciente. De lo contrario, estás profundamente dormido. Eres un experto en hacer las cosas mecánicamente.
Simplemente, siéntate al lado de la carretera y observa a la gente, te darás cuenta de que todo el mundo va medio dormido. Andan en sueños, son sonámbulos.
Y tú también.


Dos vagabundos fueron arrestados y acusados de un asesinato que se había cometido en el barrio. El jurado les declaró culpables y el juez les sentenció a ser colgados del cuello hasta morir, y que Dios se apiade de sus almas.
Los dos aguantaron bastante bien hasta que llegó la mañana en la que se había fijado la ejecución. Mientras les preparaban para la horca, uno se volvió hacia el otro y le dijo:
-Maldita sea, he perdido la cabeza. No puedo coordinar las ideas. Ni siquiera sé en qué día de la semana estamos.
-Hoy es lunes -dijo el otro vagabundo.
-¿Lunes? Dios mío, ¡vaya forma de empezar la semana!


Simplemente, obsérvate. Incluso hasta en el momento de la muerte, la gente sigue repitiendo viejos patrones de comportamiento. Ya no va a haber más semanas; ha llegado el día en que van a ser ejecutados. Pero es la vieja costumbre, alguien dice que es lunes y tú respondes: «¿Lunes? ¡Dios mío, qué forma más desagradable de empezar la semana!»
El hombre reacciona. Por eso los sufíes dicen que el hombre es una máquina.
A menos que empieces a responder, a menos que te vuelvas responsable... La reacción surge del pasado, la respuesta surge del momento presente. La respuesta es espontánea, la reacción no es más que un viejo hábito.
Simplemente, obsérvate. Tu mujer te dice algo: entonces, digas lo que digas, observa, reflexiona sobre ello. ¿Se trata de una reacción? Y te sorprenderás: el 99 por 100 de tus actos no son actos, porque no son respuestas, sólo son actos mecánicos. Sólo son mecánicos.
Está sucediendo continuamente: tú dices lo mismo y tu mujer reacciona de la misma manera; entonces tú reaccionas, y siempre acaba de la misma forma. Tú lo sabes, tu mujer lo sabe, todo es totalmente predecible.
He oído esta historia:


-Papi -dijo un niño de diez años-, ¿cómo empiezan las guerras?
-Bueno, hijo -dijo el padre-, supongamos que América se pelea con Inglaterra...
-América no está peleada con Inglaterra -interrumpió la madre.
-¿Y quién ha dicho que lo estuviera? -contestó papi visiblemente irritado-. Le estoy contando al niño un caso hipotético.
-¡Ridículo! -dijo la madre con un bufido-. Le estás metiendo en la cabeza al niño toda clase de ideas equivocadas.
-¡Nada de ridículo! -replicó el padre-. Si te hace caso a ti nunca tendrá ninguna idea en la cabeza.
Justo cuando iban a empezar a tirarse los platos a la cabeza, el hijo volvió a decir:
-Gracias, mami; gracias, papi. Ya no tendré que volver a preguntar cómo empiezan las guerras.


Simplemente, obsérvate: las cosas que haces, que has hecho tantas veces. Tu forma de reaccionar, cómo has reaccionado siempre. En la misma situación siempre haces lo mismo. Estás nervioso y sacas un cigarrillo y te lo fumas. Esto es una reacción; siempre que estás
nervioso lo haces.
Eres una máquina. Estás programado: estás nervioso, metes la mano en el bolsillo, sacas el paquete. Es casi como funciona una máquina. Sacas el cigarrillo, te lo pones en la boca, lo enciendes, y todo esto sucede mecánicamente. Lo has hecho millones de veces y lo vuelves a hacer.
Y cada vez que lo haces se refuerza; la máquina se vuelve más mecánica, más experta. Cuantas más veces lo haces menos consciente necesitas estar.
Por eso los sufíes dicen que el hombre funciona como una máquina. A menos que empieces a destruir los hábitos mecánicos... Por ejemplo, haz lo contrario de lo que siempre has hecho.
Inténtalo. Llegas a casa, tienes miedo, llegas más tarde que nunca y tu mujer estará lista para discutir contigo. Estás planeando qué decir, qué hacer..., que había mucho trabajo en la oficina, esto y lo de más allá. Y ella sabe lo que estás planeando; si te pregunta por qué has llegado tarde sabe qué le contestarás. Y tú sabes que tampoco te va a creer si le dices que has llegado tarde porque había mucho trabajo. Nunca se lo ha creído. Probablemente, ya lo habrá comprobado; habrá llamado a la oficina y habrá preguntado por ti. Pero a pesar de todo, esto es solamente un patrón.
Hoy vete a casa y compórtate de un modo completamente distinto.
Tu mujer te pregunta. «¿Dónde has estado?»
Y tú le contestas: «He estado haciendo el amor con una mujer.» Fíjate en lo que ocurre después. ¡Ella se quedará paralizada! No sabrá qué decir, ni siquiera encontrará palabras para expresarlo. Durante unos instantes estará totalmente perdida, porque no puede aplicar ninguna reacción, ningún viejo patrón.
0 tal vez, si ya se ha convertido en una máquina, te conteste: «No te creo.»
Nunca te ha creído. «¡Estás bromeando!» Siempre llegas a casa...


He oído que un psicoanalista le dijo a un paciente:
-Hoy, cuando vuelvas a casa...
Porque el paciente no hacía más que quejarse:
-Siempre tengo miedo de volver a casa. Mi mujer parece tan desgraciada, tan triste, tan desesperada que me siento abatido. Quiero salir corriendo de casa.
El psicólogo le contestó:
-Quizá seas tú la causa de esto. Haz una cosa: hoy llévale a tu mujer unas flores, helado y bombones, y cuando abra la puerta, abrázala y dale un gran beso. Y a continuación empieza a ayudarla: limpia la mesa, los cacharros, el suelo. Haz algo totalmente nuevo que no hayas hecho nunca antes.
Al hombre le atrajo la idea y lo intentó. Fue a casa. En cuanto su mujer abrió la puerta vio las flores, el helado y los bombones, y a este hombre radiante, que nunca se había reído, abrazándola, ¡no podía creer lo que estaba sucediendo! Se quedó estupefacta, no podía creer lo que estaba viendo. ¡A lo mejor es otra persona! Tuvo que volver a mirar.
Luego, cuando la besó y empezó a limpiar la mesa y se metió en la cocina a fregar los cacharros, la mujer se echó a llorar. Al salir le preguntó:
-¿Por qué lloras?
Ella le dijo:
-¿Te has vuelto loco? Siempre tuve la sospecha de que antes o después te volverías loco. Ahora ha ocurrido. ¿Por qué no vas a ver a un psiquiatra?


Los sufíes tienen métodos como éste. Dicen: actúa de un modo completamente distinto, y no sólo se
sorprenderán los demás, tú también te sorprenderás. Incluso en las cosas pequeñas. Por ejemplo, cuando estás nervioso, andas rápido. No andes rápido, vete muy despacio y verás. Te sorprenderás de que no concuerda, tu mente mecánica inmediatamente dirá: «¿Qué haces? ¡Esto nunca lo has hecho antes!» Y si andas despacio te sorprenderás, desaparecerá el nerviosismo porque has introducido algo nuevo.
Estos son los métodos del vipassana y el zazen (técnicas de meditación budistas). Si profundizas en ellas verás que tienen el mismo principio. Cuando caminas en vipassana tienes que andar más despacio que nunca antes, tan despacio que es algo completamente nuevo. Es una sensación completamente nueva y la mente reactiva no puede funcionar. No puede hacerlo porque no está programada para ello, simplemente deja de funcionar.
Por eso, cuando observas la respiración haciendo vipassana, te sientes tan silencioso. Siempre has estado respirando pero nunca te has parado a observarlo; es algo nuevo. Cuando te sientas en silencio y observas la respiración -cómo entra, cómo sale, cómo entra, cómo sale-, la mente se desconcierta. ¿Qué estás haciendo? Nunca lo habías hecho antes. Es tan nuevo que la mente no puede proporcionarte una reacción inmediata. Por eso se queda en silencio.
El principio es el mismo. No se trata de que sea sufí, budista, hindú o musulmán. Si profundizas en los principios de la meditación llegarás a la conclusión de que sólo hay una cuestión esencial: cómo desautomatizarte.
Gurdjieff solía hacer con sus discípulos cosas realmente insólitas. Si venía alguien que siempre había sido vegetariano, él le decía: «Come carne.» Se trata del mismo principio; este hombre era muy particular, era un poco excéntrico. Decía: «Come carne.» Imagínate a un vegetariano comiendo carne. Todo su cuerpo quiere expulsar la carne y vomitar, la mente está desconcertada y molesta, y comienza a transpirar porque la mente no puede soportarlo.
Esto es lo que Gurdjieff quería ver, cómo reaccionas ante una nueva situación. A las personas que nunca habían bebido alcohol, Gurdjieff les decía: «Bebe. Bebe todo lo que puedas.»
Y a la persona que bebía, Gurdjieff le decía: «Deja de beber durante un mes. Déjalo completa-mente.»
Quería crear situaciones nuevas donde la mente simplemente se queda en silencio; donde no tenga respuestas, respuestas preconcebidas. La mente funciona como si fuese un loro.
Por eso, los maestros zen a veces golpean al discípulo. Vuelve a ser el mismo principio. Pero, cuando vas a ver a un maestro no te esperas que un Buda te golpee, ¿verdad? Cuando vas a ver a un Buda vas con expectativas de que será compasivo y amoroso, que te colmará de amor y te acariciará la cabeza con su mano. Y entonces este Buda te golpea: agarra su estaca y te da un batacazo en la cabeza. Esto es incomprensible: ¿un Buda, pegándote? La mente se detiene un instante, no sabe qué hacer, no funciona.
Este no funcionar es el principio. A veces alguien se ilumina solamente porque su maestro ha hecho algo absurdo.
La gente tiene expectativas, vive a costa de ellas. No saben que los maestros no se adaptan a ningún tipo de expectativas. India estaba acostumbrada a Krisna, Rama y gente por el estilo. Entonces, apareció Mahavira; estaba desnudo. No te podrías imaginar a Krisna desnudo, siempre iba vestido con hermosas ropas, las más hermosas. Era una de las personas más bellas que jamás haya existido; solía adornarse con joyas de oro y de diamantes.
Y de repente, apareció Mahavira. ¿Qué quería decir Mahavira con su desnudez? Escandalizó a todo el país: gracias a ese impacto ayudó a mucha gente.
Cada maestro tiene que elegir cómo va a impactar.
En India, hace siglos que no conocen a una persona como yo. Por eso, haga lo que haga y diga lo que diga, será un escándalo. El país entero está conmocionado; un gran escalofrío recorre la columna vertebral de este país. Me divierte mucho, porque no pueden pensar...
No estoy aquí para satisfacer vuestras expectativas. Si lo hago, nunca seré capaz de transformaros. Estoy aquí para destruirlas, estoy aquí para sobresaltaros. Y vuestra mente se detendrá con esta conmoción. No podréis explicároslo: y en ese momento es cuando podrá entrar algo nuevo dentro de vosotros. Por eso, de vez en cuando digo algo que la gente cree que no debería decir. ¿Pero quién eres tú para decidir lo que puedo decir? Y naturalmente, cuando pasa algo que va contra sus expectativas, la gente reacciona inmediatamente según su antiguo condicionamiento.
Los que reaccionan según su antiguo condicionamiento no captan el sentido. Los que no reaccionan según su antiguo condicionamiento se quedan en silencio, encuentran un nuevo espacio.
Estoy hablando a mis discípulos: estoy intentando golpearles de distintas maneras. Todo esto es deliberado. Cuando critico a Morarji Desai (un político hindú), no me refiero a él. Me refiero al Morarji Desai que hay en ti, porque todo el mundo lleva dentro un político. Golpeando a Morarji Desai, golpeo al Morarji Desai que hay dentro de ti, al político que hay
en tu interior.
Todo el mundo tiene a un político en su interior. Un político significa el deseo de dominar, de ser el número uno. Un político significa la ambición, la mente ambiciosa. Y cuando golpeo a Morarji Desai, si te duele y empiezas a pensar «este hombre no puede estar realmente iluminado, si no, ¿por qué está pegándole tan fuerte a Morarji Desai?», entonces estás racionalizando. Tú no tienes nada que ver con Morarji Desai: estás amparando a tu propio Morarji Desai, estás intentando proteger a tu propio político.
No tengo ningún interés en Morarji Desai. ¿Cómo voy a estar interesado en el pobre Morarji Desai? Pero me dirijo al político que tienes en tu interior.


Los sufíes dicen que el hombre es una máquina porque sólo reacciona según los programas que le han inculcado. Comienza a responder y dejarás de ser una máquina. Y cuando dejas de ser una máquina eres un ser humano, entonces nace el ser humano. Observa, estate despierto y empieza a abandonar todos tus patrones de reacción. Intenta responder a la realidad en cada momento, no según la idea preconcebida que hay en ti, sino de acuerdo a la realidad que hay en el exterior. ¡Responde a la realidad! Responde con toda tu consciencia, pero no con tu mente.
Entonces, cuando respondas con espontaneidad y no reacciones, nacerá la acción. La acción es bella, la reacción es horrible. Solamente el hombre consciente actúa, el hombre inconsciente reacciona. La acción libera. La reacción continúa creando cadenas y las va haciendo cada vez más gruesas, fuertes y resistentes.
Vive una vida de respuesta y no de reacción.
OSHO

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