El marido
TE voy a contar una historia: un hombre fue obligado a comparecer ante el tribunal de justicia de Arkansas bajo los cargos de obtener dinero fraudulentamente. El juez le miró seriamente.
-¿Se llama usted Jimmy Moore?
-Sí, señor.
-Se le acusa de crímenes merecedores de prisión prolongada.
-Sí, señor.
-¿Es usted culpable de ese crimen?
El hombre cuadró los hombros con gesto terco:
-Lo soy.
-¿Solicita usted clemencia?
-No, señor.
El juez sonrió de un modo severo:
-¿Ha tenido usted graves problemas en los dos últimos años?
-Los he tenido.
-¿Ha deseado estar muerto a menudo?
-Lo he deseado, con su permiso, señoría.
-¿Deseaba robar suficiente dinero para poder alejarse de Arkansas?
-Está usted en lo cierto, señor juez.
-¿Si un hombre se hubiera adelantado y le hubiera disparado cuando entraba usted en la tienda, le habría dicho usted «Gracias caballero»?
-Pues sí, lo habría hecho. ¿Pero, señor juez, cómo es que ha averiguado tantas cosas sobre mí?
-Hace algún tiempo -dijo el juez con aire solemne- me divorcié de mi mujer. Poco después usted se casó con ella. El resultado es concluyente. Le absuelvo. Aquí tiene, acepte este billete de cincuenta dólares. Usted ya ha sufrido bastante.
No necesitas preocuparte por el infierno: ya has sufrido bastante, ya estás en él. Sólo te queda ir al cielo, porque no queda nada más. Los célibes pueden ir al infierno, pero tú no. Has sufrido suficiente. Los célibes podrían necesitar probar un poco de sufrimiento, pero tú no.
De hecho, el infierno no existe en ningún otro lugar y el cielo tampoco. El infierno está aquí, el cielo está aquí. El infierno y el cielo son tus formas de ser. Son maneras de vivir. Puedes vivir de forma que toda tu vida sea una bendición. Pero no sigas echándole la responsabilidad a tu esposa. En primer lugar, tú la has escogido. ¿Por qué has escogido una mujer que se te está tirando al cuello constantemente?
¿Y crees que si te divorcias no escogerás otra vez una mujer del mismo tipo? Si preguntas a los psicólogos te dirán que de nuevo escogerás el mismo tipo de mujer. Lo necesitabas; ha sido tu propia elección. No puedes vivir sin sufrir. ¿ Crees que tu mujer te está haciendo desgraciado? Escogiste a esta mujer porque querías vivir con sufrimiento. Volverás a escoger el mismo tipo de mujer. A menos que abandones por completo tu vieja mente, sólo te sentirás atraído por el mismo tipo de mujeres.
A menos que cambiemos en nuestras propias mentes, no hay otra manera de cambiar o de transformarnos. Debes estar pensando que si te divorcias de esta mujer las cosas se arreglarán. Estás equivocado, estás completamente equivocado. No sabes nada sobre la psicología humana. Volverás a caer en la trampa. Buscarás de nuevo una mujer; echarás mucho de menos a esta mujer. Ella te echará de menos, tú la echarás de menos. Encontrarás otra vez al mismo tipo de persona; sólo te atraerá ese tipo de personas. Observa tu mente.
Y además, no puede ser sólo ella la culpable; tú también le debes estar haciendo algo.
Esta es tu versión; no conozco la suya. Si acepto totalmente tu versión sobre ella estaré siendo injusto con la pobre mujer. Puede que tengas razón en un 50 por 100, pero, ¿qué pasa con el otro 50 por 100? Debes estar echándole leña al fuego. Y si la vida es tan horrible, ¿por qué has tenido tres niños? ¿Quién es él responsable de eso? ¿Por qué has traído tres almas al horrible mundo de tu familia, a la pesadilla que estás viviendo? ¿Por qué? ¿Es que no puedes sentir amor hacia tus hijos?
La gente sigue reproduciéndose sin pensar en absoluto en lo que están haciendo. Si tu vida es un infierno tal, al menos podías haberles evitado a tus hijos el caer en la trampa de tu desgracia. ¡Los habrías salvado! Ahora, esos tres niños están siendo educados por dos personas como tú y tu mujer. Aprenderán tus formas y tus maneras, y las perpetuarán en el mundo. Cuando tú te hayas ido, seguirás aquí en el mundo creando un infierno. Esos niños perpetuarán, mantendrán la continuidad de ese estúpido modo de vivir, de esa desgraciada forma de vivir.
Entonces tu hijo encontrará una mujer igual que tu esposa, ¿quién si no? porque sólo conocerá a esa mujer. Amará a su madre, y siempre que se enamore de una mujer simplemente significa que esa mujer le recuerda a su madre. Entonces nuevamente se volverá a repetir el juego. Quizá has escogido a tu esposa conforme a tu madre; tu padre y tu madre estaban jugando el mismo juego que tú, tus hijos perpetuarán la misma estructura, la misma gestalt. Así es como persiste el sufrimiento.
Por lo menos podrías haber salvado la vida de esos tres niños y podrías haber salvado el futuro de la humanidad, porque la onda que has creado continuará expandiéndose. Incluso cuando te hayas ido estará ahí. Todo lo que haces permanece. Todas las ondas que creas en el océano de la vida permanecen; tú desapareces. Es como arrojar una piedra en un lago silencioso: la piedra cae profundamente dentro del lago, desaparece, va hasta el fondo y descansa allí, pero las ondas que se han creado continúan expandiéndose hasta las orillas. Y el océano de la vida no tiene orillas, por eso las ondas continúan, por siempre y para siempre. Por lo menos podrías haber estado un poco más alerta y no haber tenido hijos. Y nunca es tarde. La vida todavía se puede cambiar; pero no esperes que sea tu mujer la que cambie. Esta perspectiva está equivocada.
Cambia tú. Cambia radicalmente. Deja de hacer las cosas que has estado haciendo siempre. Empieza a hacer cosas que no hayas hecho nunca. Cambia radicalmente, vuélvete una persona nueva y te sorprenderás. Cuando te vuelves una nueva persona, tu esposa se volverá una nueva persona. Lo tiene que hacer para responderte. Al principio le será difícil porque será casi como vivir con otro marido pero, poco a poco, ella verá que si tú puedes cambiar, ¿por qué ella no? Nunca estés esperando que el otro cambie. En todas las relaciones empieza tú a cambiar.
La vida todavía puede convertirse en un paraíso; nunca es demasiado tarde. Pero se necesita un gran coraje para cambiar. Todo lo que es realmente necesario es un poco más de consciencia. Desautomatiza tu comportamiento; observa lo que has estado haciendo hasta ahora. Haces lo mismo, y tu esposa reacciona de la misma manera. Se ha convertido en un patrón establecido.
Observa a cualquier marido o mujer; son casi predecibles. Por la mañana el marido abre su periódico y empieza a leer, y su esposa dice algo que ha estado repitiendo durante años, y el marido reacciona de la misma manera. Se ha convertido en algo casi estructurado, programado.
Bastan sólo pequeños cambios para que te sorprendas. Mañana por la mañana no te sientes en tu silla y empieces a leer el periódico. Ponte a limpiar la casa y observa qué sucede. Tu mujer abrirá los ojos desmesuradamente y no será capaz de creer lo que te ha sucedido. Sonríe cuando veas a tu esposa, abrázala y observa cómo se queda desconcertada. Nunca la has abrazado. Han pasado los años y nunca has mirado en los ojos de esa pobre mujer. Esta noche, siéntate enfrente de ella, mírale a los ojos. Al principio pensará que te has vuelto loco, que te has vuelto un pirado de Osho o algo así, pero no te preocupes. Tómala de la mano y siente el éxtasis. Si no puedes sentirlo, por lo menos inténtalo. Siente el éxtasis. Algunas veces sucede que si empiezas a intentarlo, ¡empieza a suceder! Empieza a sonreír sin ningún motivo, y observa. ¡Puede que a tu mujer le dé un ataque al corazón!
¿Te acuerdas desde cuándo no le tomas de la mano? ¿La has llevado alguna vez a dar un paseo por la mañana? 0 cuando hay luna llena, ¿te has ido alguna vez a dar un paseo de noche, con ella, bajo las estrellas? Ella también es humana, ella también necesita amor. Pero la gente, especialmente en India, sigue usando a las mujeres como si fueran criadas. Su trabajo consiste en ocuparse de los niños, de la cocina y de la casa, y esa es su vida. ¿Has respetado a tu esposa como a un ser humano? Luego, si está rabiosa, es natural. Si se siente frustrada... porque se le va pasando la vida sin conocer ninguna alegría, sin conocer ningún éxtasis, sin conocer nada que le pueda dar significado e importancia a su vida...
¿Te has sentado a su lado en alguna ocasión, en silencio, sólo tomándola de la mano, sin decir una palabra, solamente sintiéndola, y permitiendo que ella te sienta? Las mujeres y sus maridos sólo tienen un tipo de comunicación: la discusión. No pienses que sólo tu mujer es responsable. Podría serlo, pero ese no es el asunto, porque ella no ha hecho la pregunta. La has hecho tú. Empieza a cambiar tu vida. Dale a la pobre mujer la sensación de que es importante. Dale a la pobre mujer la sensación de que es necesaria. ¿Sabes que en la vida la mayor necesidad es el sentirse necesario? Y a menos que una persona sienta que él o ella son necesarios, sus vidas permanecerán sin significado, como un desierto.
Ríete con ella, escuchad música juntos, iros de vacaciones. Acaricia su cuerpo, porque los cuerpos se empiezan a encoger cuando nadie los acaricia. Los cuerpos empiezan a afearse cuando nadie los mira con aprecio. Y luego piensas: ¿por qué mi mujer no es guapa? Tú no estás creando el clima en donde la belleza crezca, florezca. Si amas a una persona, ¡inmediatamente la persona se vuelve hermosa! El amor es un proceso muy alquímico. Mira a la persona con ojos amorosos y de repente verás cómo cambia su aura, que su cara se vuelve radiante, cómo llega más sangre a la cara, los ojos se vuelven más brillantes, brillo, inteligencia..., y como un milagro.
El amor es un milagro, el amor es mágico. Todavía no es demasiado tarde.
¿Qué cosas son esenciales para que tu propia
esposa sea feliz?
No sé mucho de esposas. Soy un hombre soltero. Estás haciéndole esta pregunta a la persona equivocada. Pero he estado observando a muchas esposas y a muchos maridos. De modo que ésta no es mi experiencia, ¡es sólo mi opinión!
Hay dos cosas necesarias para mantener a tu propia esposa feliz. Primero: déjale que crea que está haciendo lo que quiere. Y segundo: déjaselo hacer.
Eunice volvió a casa con un abrigo de visón flamante.
-¿Dónde conseguiste eso? -le preguntó Benito, su marido.
-Lo he ganado en una rifa -replicó.
La noche siguiente, Eunice entró en casa con un hermoso brazalete de diamantes.
-¿De dónde ha salido eso? -preguntó Benito.
-Lo he ganado en una rifa -dijo Eunice-. Me voy a otra rifa esta noche y tengo prisa. ¿Te importaría prepararme un baño?
Benito siguió sus instrucciones, pero cuando Eunice entró en el cuarto de baño se encontró con que sólo había dos centímetros de agua en la bañera.
-Benito -le preguntó-, ¿por qué no has llenado la bañera?
-Bueno, querida -respondió él-, ¡no quería que se mojara tu boleto para la rifa!
martes, 29 de enero de 2008
El adán, el esclavo, el hijo, el homosexual, el marido, el político, el sacerdote
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