MEDITACION Y MUERTE
No solamente hay una fuerte conexión entre meditación y muerte, sino que casi son la misma cosa, son dos maneras de mirar la misma experiencia. La muerte te separa de tu cuerpo, de tu mente, de todo lo que no eres tú. Pero te separa en contra de tu voluntad. Te resistes, no quieres separarte; no estás dispuesto, no estás en un estado de «dejarte ir».La meditación también separa todo lo que tú no eres de tu ser y realidad, pero la resistencia no está. Esa es la única diferencia. En lugar de resistencia hay un tremendo querer, un deseo, una apasionada acogida. Lo quieres, lo deseas desde las profundidades más hondas de tu corazón.La experiencia es la misma -la separación entre lo falso y lo real- pero por tu resistencia a la muerte, te vuelves inconsciente, caes en un estado de coma. En la muerte te aferras demasiado, no dejas que ocurra, cierras todas las puertas, todas las ventanas. La codicia por la vida está en el momento máximo. Sólo la idea de morir te asusta desde lo más profundo de tu ser.Pero la muerte es un fenómeno natural y también absolutamente necesario. Tiene que suceder. Si las hojas no se vuelven amarillas y no se caen, las hojas nuevas, las jóvenes y frescas, no vendrán. Si uno sigue viviendo en el cuerpo viejo, no se cambiará a una casa mejor, más fresca, con más posibilidades de un nuevo comienzo. Quizás no tomará la misma ruta que tomó en la vida pasada, perdiéndose en el desierto. Puede ser que se cambie a un nuevo cielo de consciencia.Cada muerte es un final y un principio.No hagas mucho caso del final. Es un final para un viejo, gastado y miserable estilo de vida, y es una gran oportunidad para empezar una nueva vida, para no cometer los viejos errores. Es el principio de una aventura. Pero, como te aferras a la vida y no quieres dejarla -y tiene que suceder por ley natural- te vuelves inconsciente.
No solamente hay una fuerte conexión entre meditación y muerte, sino que casi son la misma cosa, son dos maneras de mirar la misma experiencia. La muerte te separa de tu cuerpo, de tu mente, de todo lo que no eres tú. Pero te separa en contra de tu voluntad. Te resistes, no quieres separarte; no estás dispuesto, no estás en un estado de «dejarte ir».La meditación también separa todo lo que tú no eres de tu ser y realidad, pero la resistencia no está. Esa es la única diferencia. En lugar de resistencia hay un tremendo querer, un deseo, una apasionada acogida. Lo quieres, lo deseas desde las profundidades más hondas de tu corazón.La experiencia es la misma -la separación entre lo falso y lo real- pero por tu resistencia a la muerte, te vuelves inconsciente, caes en un estado de coma. En la muerte te aferras demasiado, no dejas que ocurra, cierras todas las puertas, todas las ventanas. La codicia por la vida está en el momento máximo. Sólo la idea de morir te asusta desde lo más profundo de tu ser.Pero la muerte es un fenómeno natural y también absolutamente necesario. Tiene que suceder. Si las hojas no se vuelven amarillas y no se caen, las hojas nuevas, las jóvenes y frescas, no vendrán. Si uno sigue viviendo en el cuerpo viejo, no se cambiará a una casa mejor, más fresca, con más posibilidades de un nuevo comienzo. Quizás no tomará la misma ruta que tomó en la vida pasada, perdiéndose en el desierto. Puede ser que se cambie a un nuevo cielo de consciencia.Cada muerte es un final y un principio.No hagas mucho caso del final. Es un final para un viejo, gastado y miserable estilo de vida, y es una gran oportunidad para empezar una nueva vida, para no cometer los viejos errores. Es el principio de una aventura. Pero, como te aferras a la vida y no quieres dejarla -y tiene que suceder por ley natural- te vuelves inconsciente.
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