Mi rebelde, mi hombre nuevo es Zorba el Buddha.
La humanidad ha vivido creyendo o bien, en la realidad del alma y lo ilusorio de la materia o en la realidad de la materia y lo ilusorio del alma. La humanidad en el pasado se divide en espiritualista y materialista.
Pero nadie se ha preocupado de observar la realidad del hombre. El es un conjunto de los dos. Ni es solamente espiritual - solamente consciencia - ni solamente materia. Es una tremenda armonía, entre materia y consciencia. O quizás, materia y consciencia no sean dos cosas diferentes, sino dos aspectos de una misma realidad: materia es el exterior de la consciencia y consciencia el interior de la materia.
Pero no ha existido en el pasado ni un solo filósofo, sabio o místico religioso que haya declarado esta unidad. Todos han estado a favor de dividir al hombre, denominando una parte la real y la otra, lo irreal. Esto ha creado una atmósfera de esquizofrenia en todo el mundo.
No puedes vivir sólo como cuerpo. Eso es a lo que Jesús se refiere cuando dice: “No sólo de pan vive el hombre”. - pero esto sólo es una verdad a medias. No puedes vivir sólo como consciencia, pero tampoco puedes vivir sin pan. Tu ser tiene dos dimensiones. Ambas tienen que realizarse, por lo tanto, necesitan oportunidades iguales para su crecimiento. Pero el pasado ha estado, o bien a favor de una, y en contra de la otra, o a favor de la otra y en contra de la primera.
El hombre como totalidad, nunca ha sido aceptado.
Esto ha creado miseria, angustia y una tremenda oscuridad, una noche que ha durado miles de años, que parecía no tener fin. Si escuchas al cuerpo, te condenas a ti mismo; si no lo escuchas sufres - estás hambriento, eres pobre, estás sediento. Si solamente escuchas a la consciencia, tu crecimiento estará en desequilibrio; la consciencia crecerá, pero tu cuerpo se achicará y se perderá el equilibrio. Y en el equilibrio está tu salud, en el equilibrio está tu integridad, tu regocijo, tu canción, tu danza.
Occidente ha escogido escuchar al cuerpo, y se ha vuelto completamente sordo con respecto a la realidad de la consciencia. El resultado final es una magnífica ciencia, avanzada tecnología, una sociedad floreciente, riqueza en cosas mundanas, terrenales, y en medio de toda esta abundancia, un pobre hombre sin alma, completamente perdido - sin saber quién es, por qué es, sintiéndose casi un accidente, un capricho de la naturaleza.
A no ser que la consciencia crezca junto con la riqueza del mundo material, el cuerpo - la materia - pesará demasiado, y el alma se debilitará. Estás demasiado cargado con tus propias invenciones, tus propios descubrimientos. En vez de crear una vida hermosa, han creado una vida que la misma élite inteligente no considera digna de ser vivida.
El Oriente ha escogido la consciencia y ha condenado la materia, todo lo material - incluido el cuerpo - como maya, como ilusorio, como un espejismo en el desierto, que sólo tiene apariencia pero ninguna realidad intrínseca.
El Oriente ha creado a Gautam Buddha, a Mahavira, a Patanjali, a Kabir, a Farid, a Raídas - una larga fila de personas de elevada consciencia y estado de alerta. Pero también ha creado millones de gente pobre, hambrienta, muriéndose de hambre como perros - sin comida suficiente, ni agua pura que beber, apenas con ropa, sin refugio.
Una situación extraña…. En Occidente cada seis meses tienen que tirar miles de millones de dólares en productos lácteos y otros alimentos al océano, porque es un superávit - y no quieren sobrecargar sus comercios, no quieren reducir los precios y destruir así su estructura económica. Por un lado, en Etiopía mil personas están muriéndose cada día, y al mismo tiempo el Mercado Común Europeo destruye alimentos por un valor de dos mil millones de dólares. Esto no es el costo de los alimentos en sí, es lo que cuesta transportarlos y tirarlos al océano. ¿Quién es responsable de esta situación?
El hombre más rico de Occidente está buscando su alma y encontrándose vacío, sin amor, sólo deseo, sin oración, simplemente repitiendo como un loro, palabras que le han enseñado en el catecismo; sin religiosidad - sin sentimientos por otros seres humanos, sin respeto por la vida, por los pájaros, árboles, animales - la destrucción es tan fácil.
Hiroshima y Nagasaki no hubieran ocurrido si no se hubiese pensado en el hombre como simple materia. De igual manera, no se hubieran apilado tantas bombas nucleares si se hubiese pensado que, en cada hombre, existe un Dios escondido, un esplendor oculto, que no ha de ser destruido si no descubierto, que no deberá ser destruido sino atraído hacia la luz - un templo de Dios. Pero si el hombre sólo es materia, química, física, un esqueleto cubierto de piel, entonces, con la muerte todo muere, nada permanece. Por esto, un Adolfo Hitler es capaz de matar seis millones de personas sin inmutarse. Si la gente es nada más que materia, no es preciso pensarlo dos veces.
El Occidente ha perdido su alma, su interioridad. Rodeado de sin sentido, aburrimiento, angustia, no se está encontrando a sí mismo. Todo el progreso de la ciencia no es de ninguna utilidad, porque la casa está llena de todo lo necesario, pero el dueño está ausente.
Aquí, en Oriente el dueño está vivo, pero la casa se encuentra vacía. Es difícil regocijarse con estómagos hambrientos, cuerpos enfermos, la muerte rondándote; es imposible meditar. De esta forma hemos sido perdedores innecesariamente.
Todos nuestros santos, todos nuestros filósofos, espiritualistas y materialistas, ambos - son responsables de este inmenso crimen cometido contra el hombre.
Zorba el Buddha es la respuesta.
Es la síntesis entre la materia y el alma.
Es la declaración de que no existe conflicto alguno entre materia y consciencia, que podemos ser ricos en ambos aspectos. Podemos disfrutar de todo lo que el mundo provee, lo que la ciencia y la tecnología pueden producir, y al mismo tiempo gozar todo lo que un Buddha, un Kabir, un Nanak, encuentran en el interior de su ser - las flores del éxtasis, la fragancia de la divinidad, las alas de la suprema libertad.
Zorba el Buddha es el nuevo hombre, es el rebelde.
Su rebelión consiste en destruir la esquizofrenia del hombre, destruir la división, destruir la espiritualidad que actúa en contra del materialismo, y destruir el materialismo que actúa en contra de la espiritualidad.
Es un manifiesto que cuerpo y alma están unidos, que la existencia está repleta de espiritualidad, que hasta las montañas están vivas, que hasta los árboles son sensibles, que toda la existencia contiene ambos…, o quizás nada más, que una misma energía que se expresa de dos maneras - como materia y como consciencia. Cuando la energía se purifica, se expresa a sí misma como consciencia; cuando la energía está en bruto, sin purificar, densa, aparece como materia. Pero toda la existencia no es más que un campo de energía.
Esta es mi experiencia - no mi filosofía. Y es apoyada por la física moderna y sus investigaciones: la existencia es energía.
Podemos permitir que el hombre tenga los dos mundos en conjunto. Ni es preciso que renuncie a este mundo para obtener el otro, ni que niegue el otro para disfrutar de éste. De hecho, disponer sólo de un mundo, pudiendo disfrutar de dos, es ser pobre innecesariamente.
Zorba el Buddha es la posibilidad más rica.
El vivirá su naturaleza con toda plenitud.
Cantará canciones de esta tierra
No traicionará ni a la tierra ni al cielo. Reivindicará todo lo que es de esta tierra, todas las flores, todos los placeres y también reivindicará todas las estrellas del cielo.
Reivindicará toda la existencia como su hogar.
El hombre del pasado era pobre, porque dividió la existencia. El nuevo hombre, mi rebelde, Zorba el Buddha, proclama toda la existencia como su hogar. Todo lo que contiene es para nosotros, y lo debemos de usar de todas las maneras posibles sin culpabilidad, sin ningún conflicto, sin preferencia. Sin elegir disfruta todo de lo que la materia es capaz, y regocíjate de todo lo que la consciencia hace posible.
Sé un Zorba, pero no te detengas ahí.
Sigue avanzando hasta convertirte en Buddha.
Zorba es una mitad, Buddha es una mitad.
Se cuenta una antigua historia: en un bosque cerca de la ciudad, vivían dos vagabundos. Naturalmente eran enemigos, como lo son todos los profesionales - dos doctores, dos profesores, dos santos-. Uno era ciego y el otro cojo, y los dos eran muy competitivos; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego podía escapar, pero no podía ver donde correr, no podía ver hacia donde todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo - el fuego era demasiado rápido, salvaje - así pues lo único que podía ver con seguridad era que se acercaba el momento de su muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una repentina claridad: “El otro hombre, el ciego puede correr y yo puedo ver”. Olvidaron toda su competitividad. En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentan a la muerte necesariamente uno se olvida de toda estúpida enemistad.
Crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionarían como un solo hombre. El cojo puede ver y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y por salvarse mutuamente la vida, se hicieron amigos; por primera vez dejaron de lado su antagonismo.
Zorba está ciego - no puede ver, pero sabe bailar, cantar, regocijarse. Buddha ve, pero él sólo puede ver-. El es pura vista - simplemente claridad y percepción - pero no puede bailar; está tullido, no puede cantar ni regocijarse.
Ya es hora. El mundo está en llamas; la vida de todos está en peligro. El encuentro del Zorba con el Buddha puede salvar a toda la humanidad. Su encuentro es la única esperanza.
Buddha aporta consciencia, claridad, ojos para ver más allá, ojos para ver aquello que es casi invisible. El Zorba puede entregar todo su ser a la visión de Buddha - sin dejar que permanezca una visión árida-, sino al contrario, convirtiéndola en una forma de vida repleta de éxtasis danza y alegría.
El Embajador de Sri Lanka me escribió una carta diciendo que debería dejar de usar las palabras Zorba el Buddha… porque Sri Lanka es un país Budista. Dijo: "Ofendes a nuestro sentimiento religioso mezclando dos tipos tan diferentes, Zorba y Buddha”.
Yo le contesté: “Quizás no entiendas que Buddha no es propiedad privada de nadie y Buddha no es necesariamente Gautam Buddha a quien has estado venerando durante miles de años en los templos. Buddha simplemente significa ‘El iluminado’. Es un adjetivo no es un nombre propio, se puede llamar Buddha a Jesús; Mahavira es llamado en escrituras Jaina, el Buddha; Lao Tzu es un Buddha, cualquiera que esté iluminado es un Buddha. La palabra Buddha simplemente significa ‘El que ha despertado’. Pues bien, el despertar no es propiedad de nadie; cualquiera que esté dormido puede también despertar. Es simplemente natural, lógico, es un corolario - si eres capaz de dormir, eres capaz de despertar-. Zorba está dormido, por lo tanto, tiene la capacidad de despertar. Así pues, por favor no te enojes innecesariamente. Yo no estoy hablando sobre tu Gautam Buddha. Estoy hablando sobre la cualidad misma del despertar. Lo estoy utilizando como un símbolo”.
Zorba el Buddha no es más que un nuevo nombre para un nuevo ser humano, un nuevo nombre para una nueva era, un nuevo nombre para un nuevo comienzo.
Todavía no me ha contestado. Aún gente que ocupa puestos como el de embajador, son tan profundamente ignorantes, tan estúpidos. El pensó que me había escrito una carta muy significativa, sin entender ni siquiera el significado de Buddha. Buddha no era el nombre de Gautam, su nombre era Gautam Siddharth. Buddha no era su nombre - sus padres lo llamaron Gautam Siddharth-. Siddhart era su nombre, Gautam su apellido. Le llamaron Buddha porque llegó a ser un iluminado; de otro modo también fue un Zorba. Cualquiera que no ha despertado es un Zorba.
Zorba es un carácter ficticio, un hombre que creía en los placeres del cuerpo, en los sentidos. Disfrutó de la vida en toda su plenitud, sin preocuparse de lo que le habría de suceder en una próxima vida - si entrará por las puertas del cielo o será arrojado al infierno. Era un pobre sirviente cuyo jefe era muy rico, pero muy serio - de cara larga muy inglés.
Una noche de luna llena…, no he podido olvidar lo que le dijo a su jefe. Estaba en su cabaña. Salió con su guitarra, iba a la playa a bailar - e invitó a su jefe. Le dijo: “Jefe, sólo hay una falla en ti - piensas demasiado. ¡Simplemente ven! Este no es el momento de pensar, la luna está llena y todo el océano danza. No pierdas esta oportunidad”.
Arrastró al jefe del brazo. El intentó no acompañarlo porque Zorba estaba completamente loco; ¡solía bailar en la playa todas las noches! Se sintió turbado - ¿Qué pasaría si alguien lo ve junto con Zorba? Pues no solamente lo estaba invitando a estar con él. ¡Lo estaba invitando a bailar con él!
Viendo la noche de luna llena y el océano danzando, la marejada y Zorba cantando con su guitarra, de repente el jefe comenzó a sentir una energía en sus piernas que nunca antes había sentido. Animado y persuadido, finalmente lo acompañó en el baile; al principio renuente, mirando furtivamente a su alrededor, pero en plena noche no había nadie en la playa. Entonces, se olvidó por completo del mundo y comenzó siendo uno con el Zorba danzante, con el océano danzante, con la luna danzante. Todo se disipó. Todo se convirtió en danza.
Zorba es un personaje ficticio y Buddha es un adjetivo para cualquiera que deja de dormir y despierta. Ningún Budista tiene que sentirse ofendido.
Le estoy dando al Buddha la energía para bailar y al Zorba los ojos para mirar más allá de los cielos, hacia destinos lejanos de existencia y evolución.
Mi rebelde no es otro que Zorba el Buddha
domingo, 2 de marzo de 2008
Zorba el Buddha Cap. 1
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