domingo, 15 de junio de 2008

“Y entonces será uno, sin división, sin opinión, y tu mente tendrá paz, el principio de la felicidad” (Abel Desestress)

Si la mente no hace discriminaciones,
las diez mil cosas
son como son: de la misma esencia.
ESTOS DOS OJOS tienen que dormir porque son parte del cuerpo, y el cuerpo no tiene una energía eterna. El cuerpo es un compuesto, no es una fuerza elemental. En él se combinan muchas cosas. Es un mecanismo, un mecanismo biológico. Tiene que ser constantemente alimentado con energía: comida, agua, aire. Se crea la energía, se crea el combustible, y el cuerpo funciona; el cuerpo es un mecanismo. Tus ojos se cansarán porque todas las máquinas se cansan.
Te sorprenderá saber que en los últimos años se ha hecho un gran descubrimiento: se ha descubierto que las máquinas también tienen que descansar. ¡Las máquinas! Nunca te lo hubieras imaginado. Pero si conduces un automóvil durante veinte o treinta horas, el automóvil necesitará descansar. Te sorprenderá. ¿Por qué? Un coche no es una mente, un coche no es consciencia. ¿Por qué iba a necesitar descansar? Si todo funciona bien puedes continuar y continuar, sólo tienes que ir echándole combustible.
Te equivocas. Ahora se han descubierto métodos para saber cuándo está cansado el automóvil. Y el automóvil está cansado porque todos los mecanismos están destinados a cansarse. Si dejas que el automóvil descanse en el garaje durante unas horas, hay métodos que indicarán cuándo está listo para volver a moverse.
Todos los mecanismos necesitan descansar. No solamente tu cuerpo, todos los mecanismos necesitan descansar, luego vuelven a revivir. La consciencia es lo único que no necesita descansar, porque no es un mecanismo. No necesita combustible. Es energía perpetua, es energía eterna, es energía sin causa. Siempre está ahí.
Es el tercer ojo que siempre está abierto; ni siquiera pestañea, nunca pestañea. No tiene párpados, nunca se cierra. Este tercer ojo es simplemente una cosa simbólica. El tercer ojo indica que en ti hay una visión eterna, una vigilancia eterna, un testigo eterno que nunca duerme. Y como nunca duerme, nunca sueña, porque soñar es parte del dormir. Este tercer ojo puede ver la verdad, porque no duerme y no sueña.
Tienes que buscar dentro de ti ese lugar que nunca duerme. De eso se trata toda la búsqueda, todo el esfuerzo del buscador. La verdad no es algo que esté en el exterior. La cuestión radica en encontrar o en cómo buscar dentro de ti ese lugar que nunca duerme, que nunca esta inconsciente, que siempre está despierto, alerta, consciente. Eso es el rayo de Dios en tu interior.
Y una vez que encuentras el rayo de la constante observación, siguiéndolo puedes viajar hasta su mismo origen. Y ese origen es Dios. Si puedes atrapar un rayo puedes llegar hasta el Sol, hasta su mismo origen. Sólo tienes que viajar esa distancia; eso se convierte en tu sendero, tu camino.
Encontrando un testigo interno, has encontrado el camino. Entonces cada vez más y más y más y más, conviértete en esa consciencia. Deja que toda tu energía entre en esa consciencia. Y cuanto más consciente te vas haciendo, menos sueñas..., menos..., menos...
Y llega un momento en el que, de repente, tú eres solamente el testigo, y la mente ha desaparecido. Toda la energía de la mente se ha disuelto en el tercer ojo. Los dos ojos han desaparecido, ahora eres sólo un testigo. Ese ser que atestigua es el lugar desde donde el mundo desaparece y lo Divino se revela. Osho

Si el ojo nunca duerme,
todos los sueños cesarán naturalmente.
Si la mente no hace discriminaciones,
las diez mil cosas
son como son: de la misma esencia.
“Y entonces será uno, sin división, sin opinión, y tu mente tendrá paz, el principio de la felicidad” (Abel Desestress)

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