EL AMIGO MAS FIEL
Empieza a compartir tu vida con alguien, solo cuando hayas aprendido a no necesitar a nadie para ser feliz (Abel))
UNO TIENE que ir a través de este infierno. Hay que experimentar ambos, el infierno de vivir con una mujer y el infierno de vivir sin una mujer. Y esto no sólo es verdad acerca de las mujeres, también es absolutamente verdad acerca de los hombres. Es aplicable de los dos modos, es una espada de doble filo.
Las mujeres también están cansadas de vivir con los hombres y también están frustradas cuando tienen que vivir solas.
Es uno de los dilemas humanos fundamentales; tiene que ser entendido. No puedes vivir sin una mujer porque no sabes vivir contigo mismo. No eres suficientemente meditativo.
La meditación es el arte de vivir contigo mismo. No es nada más que eso, simplemente eso: el arte de vivir dichosamente solo. Un meditador puede sentarse dichosamente en soledad durante meses, durante años. No suspira por el otro porque su propio éxtasis interno es tan grande, tan poderoso que, ¿a quién le preocupa el otro? Si el otro entra en su vida no es una necesidad, es un lujo. Y yo estoy totalmente a favor del lujo, porque lujo significa que lo puedes disfrutar cuando está, y lo puedes disfrutar cuando no está. La necesidad es un fenómeno complicado. Por ejemplo, el pan y la mantequilla son necesidades, pero las flores en el jardín son un lujo. Puedes vivir sin flores, no morirás, pero no puedes vivir sin pan y mantequilla.
Para la persona que no puede vivir consigo mismo, el otro es una necesidad, una absoluta necesidad, porque siempre que está solo, se aburre de sí mismo; se aburre tanto que quiere estar ocupado con otra persona.
Al ser una necesidad se convierte en una dependencia, tienes que depender del otro.
Y como se convierte en una dependencia, te rebelas, te resistes, porque es una esclavitud. La dependencia es un tipo de esclavitud, y nadie quiere ser un esclavo.
Te encuentras con una mujer; no eres capaz de vivir solo. Esta mujer tampoco es capaz de vivir sola, por eso se encuentra contigo; de otra forma no habría necesidad.
Los dos están aburridos de ellos mismos y los dos están pensando que el otro les ayudará a librarse del aburrimiento.
Sí, al principio así parece, pero sólo al principio. Cuando deciden vivir juntos, pronto ven que el aburrimiento no ha desaparecido; no sólo se ha doblado sino que se ha multiplicado.
En un principio estaban aburridos de ellos mismos, ahora están aburridos del otro también; porque cuanto más cerca estás del otro, cuanto más le conoces, más se convierte casi en parte de ti. Por eso, cuando ves a una pareja aburrida que pasa a tu lado, puedes estar seguro de que están casados. Si no están aburridos, puedes estar seguro de que no están casados. Ese hombre debe estar paseando con la mujer de otro, por eso hay tanta alegría.
Cuando estás enamorado, cuando todavía no has persuadido a la mujer de que estéis juntos para siempre, y la mujer no te ha persuadido a ti, ambos fingís gran alegría. Y algo de todo esto también es verdad por la esperanza de «¿quién sabe, tal vez me libre de mi aburrimiento, mi angustia, mi ansiedad, mi soledad. Esta mujer podría ayudarme». Y la mujer también tiene esta esperanza. Pero una vez que estáis juntos la esperanza pronto
desaparece, la desesperación se asienta. Ahora estáis aburridos y el problema se ha multiplicado. Y ahora, ¿cómo te libras de esta mujer?
Como no eres meditativo necesitas a otros para mantenerte ocupado. Y como no eres meditativo tampoco eres capaz de amar, porque el amor es una alegría desbordante. Estás aburrido de ti mismo; ¿qué tienes para compartir con el otro? Por eso, estar con el otro también se convierte en un infierno.
En ese sentido Jean-Paul Sartre tiene razón cuando dice «el otro es un infierno». El otro en realidad no es un infierno, sólo lo parece. El infierno está dentro de ti, en tu falta de meditación, en tu incapacidad para estar solo y extático. Ahora el uno se lanza al cuello del otro, continuamente tratando de arrebatarse mutuamente algo de felicidad. Ambos están haciendo lo mismo y ambos son mendigos.
He oído contar...
Un psicoanalista se encuentra con otro psicoanalista en la calle. El primero le dice al segundo:
-Tienes buen aspecto. ¿Cómo me encuentras a mí?
Nadie sabe de sí mismo, nadie está familiarizado consigo mismo. Sólo podemos ver el rostro de los demás. Una mujer es muy hermosa, un hombre es muy hermoso, sonriendo, son todo sonrisas. Nosotros no conocemos su angustia. Quizá todas esas sonrisas sólo sean fachadas para engañar a los demás y engañarse a sí mismos. Quizá detrás de esas sonrisas haya muchas lágrimas. Puede que tenga miedo de que si no sonríe se vaya a echar a llorar. Cuando ves al otro, simplemente ves el exterior, te enamoras del exterior. Pero cuando te vas acercando pronto te das cuenta de que las profundidades internas de la otra persona son tan oscuras como las tuyas. Es un mendigo igual que tú. Ahora hay..., dos mendigos mendigando el uno del otro. Entonces se convierte en un infierno.
Sí, tienes razón: «Las mujeres; es un infierno vivir con ellas, y un infierno vivir sin ellas.»
No es, en absoluto, una cuestión de mujeres o de hombres; es una cuestión de meditación y de amor. La meditación es la fuente de la que emana y de la que comienza a desbordar la dicha. Si tienes suficiente dicha para compartir sólo entonces estarás contento con tu amor. Si no tienes suficiente dicha para compartir, tu amor te va a dejar cansado, exhausto, aburrido. Por eso siempre que estás con una mujer estás aburrido y quieres librarte de ella, y siempre que estás solo te aburres de ti mismo, quieres librarte de tu soledad, y vas y buscas una mujer. ¡Es un círculo vicioso! Puedes seguir moviéndote como un péndulo de un extremo al otro durante toda tu vida.
Date cuenta de cuál es el problema real. El problema real no tiene nada que ver con el hombre o la mujer. El problema real tiene que ver con la meditación y el florecimiento de esa meditación en el amor, en la dicha, en el éxtasis.
Primero medita, sé extático; entonces habrá, espontáneamente, mucho amor. Entonces estar con otros y estar solo también es hermoso. Entonces, además, es sencillo. No dependes de los demás y no haces que los demás dependan de ti. Entonces es siempre una amistad, una cordialidad. Nunca se convierte en un parentesco, siempre es una relación. Te relacionas, pero no creas un matrimonio. El matrimonio surge del miedo; la relación surge del amor.
Te relacionas; mientras todo va bien, compartes. Y si ves que ha llegado el momento de partir porque vuestros caminos se separan en este cruce, te despides con una gran gratitud por todo lo que el otro ha sido para ti, por todas las alegrías, todos los placeres y todos los momentos hermosos que has compartido con el otro. Sin tristeza, sin dolor, simplemente te separas.
Nadie puede garantizar que dos personas serán felices estando juntos para siempre, porque la gente cambia. Cuando te encuentras con una mujer ella es una persona, tú eres otra persona. Después de diez años tú serás otra persona, ella será otra persona diferente. Es como un río: el agua está fluyendo continuamente. La gente que se enamora ya no está allí, ninguno de los dos está allí. Ahora puedes seguir agarrándote a una determinada promesa que te hizo otra persona diferente; pero tú no la has hecho.
Un auténtico hombre de comprensión nunca hace promesas para el mañana, sólo puede decir: «Por ahora.» Un hombre realmente sincero no puede prometer en absoluto. ¿Cómo puede prometer? ¿Quién conoce el mañana? Puede que haya un mañana o puede que no. En el día de mañana: «No será lo mismo, tú no serás el mismo.» En el día de mañana: «Quizá encuentres a alguien con quien encajes más profundamente, quizá yo encuentre a alguien con quien podría estar más en armonía.» El mundo es amplio. ¿Por qué agotarlo hoy? Mantén las puertas abiertas, mantén las alternativas abiertas.
Estoy en contra del matrimonio. El matrimonio crea problemas. El matrimonio se ha vuelto horrible porque obliga a las personas a ser falsas: han cambiado, aunque siguen fingiendo que son los mismos.
Un anciano de ochenta años de edad estaba celebrando el cincuenta aniversario de su boda con su esposa, que tenía setenta y cinco. Volvieron al mismo hotel y al mismo enclave de montaña donde habían pasado su luna de miel. ¡La nostalgia! Ahora él tenía ochenta años, ella setenta y cinco. Hicieron una reserva en el mismo hotel y pidieron la misma habitación que la última vez. Estaban intentando revivir esos hermosos días de hacía cincuenta años.
Cuando se fueron a dormir la mujer dijo:
-¿Te has olvidado? ¿No vas a besarme de la misma manera que me besaste la noche de nuestra luna de miel?
El anciano dijo:
-De acuerdo -y se levantó.
La mujer le preguntó:
-¿Adónde vas?
Él dijo:
-Voy al baño a por mi dentadura.
Todo ha cambiado. En estas circunstancias este beso sin dientes o con dientes postizos no va a ser el mismo beso. Pero el hombre dice: «De acuerdo.» El viaje ha debido de ser agotador, y para un anciano de ochenta años.... Pero la gente sigue comportándose como si fueran los mismos.
Muy pocas personas crecen de verdad, incluso aunque envejezcan no están creciendo. Envejecer no es crecer. La auténtica madurez llega a través de la meditación.
Aprende a ser silencioso, pacífico, aquietado. Aprende a ser una no mente. Este tiene que ser el principio. Antes de esto no se puede hacer nada y después de esto, todo se vuelve más fácil. Cuando te encuentras a ti mismo completamente feliz y extático, entonces aunque empiece la tercera guerra mundial y el mundo entero desaparezca dejándote solo, no te afectará. Seguirás sentado debajo de un árbol haciendo vipassana.
El día en el que ese momento llegue a tu vida podrás compartir tu dicha. Ahora serás capaz de dar amor. Antes de eso sólo habrá sufrimiento, esperanzas y frustraciones, deseos y fracasos, sueños..., y te llenarás las manos y la boca de polvo. Sé consciente, no malgastes tu tiempo. Cuanto antes empieces a vibrar en la no mente, mejor. Entonces pueden florecer en ti muchas cosas: el amor, la creatividad, la espontaneidad, la alegría, la oración, la gratitud, Dios.
OSHO
domingo, 9 de marzo de 2008
APRENDIENDO A SER TU PROPIO AMIGO.
sábado, 8 de marzo de 2008
Muerte y meditación
Cuando entiendes a la vida en su totalidad, entiendes que la muerte es tu amiga. de hecho nacio contigo. (Abel Desestress)
No solamente hay una fuerte conexión entre meditación y muerte, sino que casi son la misma cosa, son dos maneras de mirar la misma experiencia. La muerte te separa de tu cuerpo, de tu mente, de todo lo que no eres tú. Pero te separa en contra de tu voluntad. Te resistes, no quieres separarte; no estás dispuesto, no estás en un estado de «dejarte ir».
La meditación también separa todo lo que tú no eres de tu ser y realidad, pero la resistencia no está. Esa es la única diferencia. En lugar de resistencia hay un tremendo querer, un deseo, una apasionada acogida. Lo quieres, lo deseas desde las profundidades más hondas de tu corazón.
La experiencia es la misma -la separación entre lo falso y lo real- pero por tu resistencia a la muerte, te vuelves inconsciente, caes en un estado de coma. En la muerte te aferras demasiado, no dejas que ocurra, cierras todas las puertas, todas las ventanas. La codicia por la vida está en el momento máximo. Sólo la idea de morir te asusta desde lo más profundo de tu ser.
Pero la muerte es un fenómeno natural y también absolutamente necesario. Tiene que suceder. Si las hojas no se vuelven amarillas y no se caen, las hojas nuevas, las jóvenes y frescas, no vendrán. Si uno sigue viviendo en el cuerpo viejo, no se cambiará a una casa mejor, más fresca, con más posibilidades de un nuevo comienzo. Quizás no tomará la misma ruta que tomó en la vida pasada, perdiéndose en el desierto. Puede ser que se cambie a un nuevo cielo de consciencia.
Cada muerte es un final y un principio.
No hagas mucho caso del final. Es un final para un viejo, gastado y miserable estilo de vida, y es una gran oportunidad para empezar una nueva vida, para no cometer los viejos errores. Es el principio de una aventura. Pero, como te aferras a la vida y no quieres dejarla -y tiene que suceder por ley natural- te vuelves inconsciente.
Casi todos, excepto algunos pocos que se han Iluminado, mueren inconscientemente. Por eso, no saben lo que es la muerte, no saben que es un nuevo principio, una nueva alba.
La meditación es tu propia exploración. Estás buscando saber qué es lo que te constituye, lo que en ti es falso y lo que es verdadero. Es un tremendo viaje de lo falso a lo auténtico, de lo mortal a lo inmortal, de la oscuridad a la luz. Pero cuando llegas al punto en que ves la separación de la mente y el cuerpo, y a ti mismo como un espectador, la experiencia de la muerte es lo mismo. No estás muriendo... un hombre que haya meditado se morirá alegremente pues sabe que la muerte no existe; la muerte reside en el apego a la vida.
Dices, «Siento una fuerte conexión entre muerte y meditación...» La hay. En las escrituras antiguas de esta tierra, incluso al Maestro se le define como muerte porque su única función, todo su trabajo, consiste en enseñarte la meditación. En otras palabras, te está enseñando a morir sin morirte, a pasar por la experiencia de la muerte, sorprendido de estar todavía vivo. La muerte fue como una nube que pasó y ni siquiera te ha arañado. De ahí, la fascinación y el miedo. La fascinación es el conocer la experiencia misteriosa a través de la que todo el mundo tiene que pasar, a través de la cual han pasado muchas veces, pero que se ha atravesado inconscientemente. Y el miedo es que quizás la muerte sea sólo el final y no haya otro comienzo.
Sucedió, justamente al principio de este siglo, que el rey de Varanasi tenía que ser operado. La operación era importante, pero el rey era muy tozudo y no quería tomar ninguna clase de anestesia.
Dijo, «Podéis operarme, pero yo quiero mirar, no quiero estar inconsciente».
Los médicos estaban asombrados. Iba en contra de la práxis médica. Una operación de tal importancia iba a ser dolorosa; el hombre se podía morir de dolor. La cirugía necesita que estés inconsciente.
Quizás la ciencia de la cirugía ha aprendido el arte de la anestesia de la experiencia de la muerte, porque la muerte es la mayor cirugía. Te separa del cuerpo, de la muerte y del corazón, y has estado identificado con todo esto durante setenta u ochenta años. Se ha vuelto casi tu auténtico ser. La separación va a ser dolorosa, y el dolor tiene un límite.
¿Te has fijado alguna vez? No hay dolor inaguantable. La expresión «dolor inaguantable» existe sólo teóricamente; todo dolor es soportable. En el momento en que se vuele insoportable, te vuelves inconsciente. El ser consciente es una forma de soportarlo.
Si hubiese sido un hombre ordinario, los médicos no le hubiesen escuchado, pero era un rey, y un rey muy conocido, conocido en todo el país como un hombre grande y sabio. Persuadió a los cirujanos, «No os preocupéis, no me va a pasar nada. Dadme tan solo cinco minutos antes de empezar la operación para que me acomode en un estado meditativo. Una vez que entro en meditación, me encuentro ya lejos del cuerpo; entonces podéis cortar todo el cuerpo a pedazos. Seré únicamente un testigo y un testigo alejado, como si le estuviese sucediendo a otro».
El momento era muy crítico; la operación tenía que hacerse inmediatamente. Si no se hacía al momento, podía causar la muerte. Había sólo dos alternativas: o bien operar y permitir que el paciente estuviera consciente, o no hacerlo, y seguir la vieja rutina de la ciencia. Pero en tal caso, la muerte era segura. En el primer caso había una esperanza de que quizás este hombre pudiera hacerlo; ¡y era tan insistente! No encontrando ninguna forma de persuadirle, le tuvieron que operar.
Esa fue la primera operación realizada sin anestesia, en un estado de meditación. El rey sencillamente cerró los ojos; entró en silencio. Incluso los cirujanos notaron que algo cambiaba alrededor del rey, la vibración, la presencia. La cara se relajó como la de un niño pequeño, recién nacido, y al cabo de cinco minutos empezaron la operación. Duró dos horas, y temblaban de miedo; de hecho, no estaban seguros de que el rey sobreviviera; el «shock» podía ser demasiado. Pero cuando la operación terminó, el rey les preguntó, «¿Puedo abrir ya los ojos?»
Fue discutido en el campo de la medicina en todo el mundo como un caso muy raro. Los cirujanos le preguntaron qué era lo que había hecho.
Dijo: «No he hecho nada. El meditar es mi vida. Momento a momento vivo en silencio. Pedí los cinco minutos porque ibais a realizar una operación tan peligrosa que me tenía que asentar completamente en mi ser, sin vacilaciones. Entonces ya podíais hacer lo que quisierais, porque no me lo estabais haciendo a mí. Soy consciencia, y no podéis operar la consciencia, podéis operar tan sólo el cuerpo».
Dices, «Cuando me siento ante ti, me siento seguro». En realidad no hay diferencia entre sentarte conmigo o sentarte solo, únicamente es una garantía para la mente: la idea de que el Maestro está presente y que el salto no va a hacer daño. Si algo va mal, alguien está ahí para ayudarte.
En meditación, no hay nada que vaya mal, nunca.
Sin la meditación, todo va mal.
Nada va bien sin meditar; la vida entera va mal.
Vives sólo de la esperanza, pero la esperanza nunca se satisface. La vida es una larga tragedia. Y el motivo es tu inconsciencia, la ausencia de meditación.
La meditación tiene la apariencia de la muerte, y la experiencia es exactamente la misma. Pero la actitud y el enfoque son distintos, y la diferencia es tan amplia que puede decirse que la meditación es vida y la muerte es sólo un sueño.
Precisamente ésta es la función de una Escuela de Misterios, donde mucha gente está meditando, donde un Maestro está presente. Te sientes a salvo, no estás solo. Si algo va mal, tendrás ayuda inmediatamente. Pero no hay nada que vaya mal.
Así pues, medita cuando te sientas conmigo, y medita en tu soledad. La meditación es la única cosa con garantía absoluta de que nada va a ir mal. Unicamente te revela tu propia existencia. ¿Cómo puede ser que algo vaya mal? Y no haces nada; estás en realidad deteniendo todo «el hacer». Estás parando el pensar, el sentir, el hacer; una parada en todas tus acciones. Sólo la consciencia permanece, pero esa no es tu acción, eres tú.
Una vez has probado tu ser, todo el miedo desaparece, y la vida se convierte en una dimensión totalmente nueva, no más mundana, no más ordinaria. Por primera vez, ves lo sagrado y lo divino, no solamente en ti, sino en todo lo que existe. Todo se vuelve misterioso y vivir en este misterio es la única manera de vivir en éxtasis; vivir en este misterio es vivir bajo una lluvia de bendiciones. Cada momento trae más y más y más penetrantes y profundas bendiciones para ti, no porque las merezcas, sino porque la vida las da desde su abundancia; está cargada, las comparte con cualquiera que sea receptivo.
Pero no te hagas a la idea de que la meditación es como la muerte, porque la muerte no tiene buenas asociaciones en tu mente. Eso te impedirá experimentar la consciencia. «Es como la muerte». De hecho es una muerte real. La muerte ordinaria no es una muerte real porque te juntarás de nuevo a otra estructura, a otro cuerpo.
El meditador muere a lo grande; nunca más vuelve a ser prisionero de un cuerpo.
Un italiano no acudió a su trabajo un día y el encargado quiso saber el porqué.
«¿Dónde has estado?», le preguntó.
«Fue por culpa de mi mujer. Dio a luz a una carretilla». (*)
«Si no tienes una excusa mejor», dijo el jefe, «tendré que despedirte».
«Creo que no me expliqué bien», dijo el italiano. «Mi esposa está en cama porque ha tenido una silla de ruedas». (*)
«Eso es, tío listo», le dijo el jefe, «¡Estás despedido!»
El italiano se fue a su casa y le preguntó a su mujer, «¡Oye!, ¿Qué fue lo que te pasó el otro día?»
«Ya te lo dije. Tuve un aborto.»
«Ya sabía yo que tenía algo que ver con «ruedas»». (* N. del T. - Juego de palabras en inglés, intraducible, entre : «wheelbarrow»: carretilla; «push chair»: silla de ruedas; y «misscarriage»: aborto (literal. «mal carro»). Todos ellos son elementos en los cuales puedes encontrar ruedas.)
En ti hay muchos malos entendidos que se van acumulando sobre más y más malentendidos. Algunos malentendidos pueden ser tremendamente dañinos. El identificar en tu mente la meditación con la muerte, es uno de los daños mayores que puedes hacerte a ti mismo. A pesar de que no estás equivocado, tus asociaciones con el significado de la muerte son tales que te impedirán el introducirte en la meditación.
Esta es una de las razones por las que quiero asociar a la muerte más y más con un cambio, con un nuevo comienzo, en lugar de con un punto de parada y final.
Quiero cambiar la asociación. Esto aclarará el camino para la meditación. Y si te estás sintiendo, aquí conmigo, silencioso y meditativo y todavía vivo, más vivo que nunca, entonces no hay razón para estar asustado.
Pruébalo en situaciones distintas y será siempre una gran fuente de curación, una gran fuente de contento, una fuente de gran sabiduría, una fuente de grandes percepciones de la vida y sus misterios.
Osho
viernes, 7 de marzo de 2008
Cómo hallar la Luz
Las has visto tantas veces, que ya no sabes cuando estas en ella, la luz de tu existencia, es cada dia tu ingenua supervivencia. (Abel Desestress)
Por lo tanto, ¿cuál es la manera de entrar en ella y cómo mantenerse centrado? ¿Cómo alcanzarla? ¿Cómo hallar esa luz?
Dos o tres cosas. Una, siempre que afirmas que existe la luz, ¿qué quieres decir? Yo digo, «La habitación está iluminada» ¿Qué quiero decir con ello? Quiero decir que puedo ver. Nunca se ve la luz, sólo se ve lo iluminado. Puedes ver las paredes, no la luz; puedes verme a mí, no la luz. Se ve lo que se ilumina, nunca a la luz en sí misma, porque la luz es tan sutil que no se puede ver. No es un fenómeno evidente. Por eso inferimos que la luz existe. Es una inferencia, no un conocimiento del hecho. ¡Es sólo una deducción! Debido a que soy capaz de verte, deduzco, asumo, que existe la luz. ¿Cómo voy a verte sin luz?
¡Nadie ha visto la luz ! ¡Nadie! Y nadie la verá nunca. Pero empleamos las palabras «Veo luz» y con ello significamos que «Veo cosas que no podrían ser vistas sin luz». Cuando dices que hay oscuridad, que no hay luz, ¿qué quieres decir? Tan sólo que «Ahora no puedo ver las cosas». Cuando no puedes ver los objetos, deduces que no hay luz. Cuando puedes ver los objetos deduces que hay luz. De modo que la luz es una inferencia incluso en el mundo exterior, externo. Por esto, cuando uno tiene que entrar, cuando uno está listo para ir hacia adentro, ¿qué queremos decir con luz?
Si puedes percibirte a ti mismo, si puedes verte a ti mismo, eso significa que ahí hay luz. Es extraño pero nunca pensamos en ello. Toda la habitación está a oscuras, no puedes afirmar que haya algo en ella, pero si puedes afirmar una cosa: «Yo existo». ¿Por qué? Tampoco te ves a ti mismo. La habitación está totalmente a oscuras, nada se puede ver, pero sobre una cosa estás seguro y es de tu propio ser. No hay necesidad de pruebas, no hay necesidad de luz. Sabes que existes, sientes que existes. Ahí debe de haber una sutil claridad. Puede que no seamos conscientes de ella, podemos ser inconscientes o muy escasamente conscientes, pero está ahí.
De modo que dirige tu mirada hacia adentro. Cierra todos tus sentidos de modo que no exista una percepción de ninguna luz exterior. Penetra en la oscuridad, cierra tus ojos e intenta ahora entrar, ver en ella. En primer lugar puede que percibas sencilla-mente oscuridad; es debido a que no estás acostumbrado a ella. Sigue penetrando. Intenta mirar en la oscuridad en que estás metido. Penétrala y poco a poco irás percibiendo muchas cosas dentro. Una iluminación interior comienza a funcionar. Puede ser tenue al comienzo. Comenzarás a ver tus pensamientos porque los pensamientos son objetos interiores. ¡Son cosas! Comenzarás a tropezar con los muebles de tu mente.
Allí hay muchos muebles, muchas memorias, muchos deseos, muchas pasiones insatisfechas, muchas frustraciones, muchos pensamientos, muchos pensamientos-simiente, muchas cosas . Cuando empiezas a percibirlas, intenta primero penetrar la oscuridad. Entonces una lucecita comenzará a manifestarse y te volverás consciente de muchas cosas. Es como cuando entras repentinamente en una habitación a oscuras: no eres capaz de distinguir nada. Pero quédate ahí. Acomódate a la oscuridad, deja que tus ojos se acomoden a la oscuridad. Los ojos han de adaptarse, y eso lleva tiempo. Cuando vienes del exterior, de un jardín iluminado por el sol a tu habitación, tus ojos han de reajustarse a sí mismos. A tus ojos les llevará un poco de tiempo, pero se adaptarán.
Si uno emplea constantemente sus ojos para ver las cosas que tiene cerca, por ejemplo si uno lee sin cesar, se vuelve corto de vista porque un exceso de visión de cerca fija el mecanismo de los ojos. Por eso cuando quiere ver una estrella lejana, no puede verla porque el mecanismo se ha encasquillado. No es flexible. Lo mismo ocurre en el interior: debido a que hemos estado mirando al exterior continuamente, durante vidas, el mecanismo se ha quedado fijo y no podemos mirar hacia adentro.
Pero inténtalo, haz un esfuerzo, mira en la oscuridad. No tengas prisa, porque el mecanismo ha sido fijado durante muchas vidas. Los ojos han olvidado completamente el mirar hacia adentro. Nunca los has empleado para este propósito. Mira pues dentro de la oscuridad, observa la oscuridad y no te impacientes. Penetra la oscuridad, continúa penetrándola y al cabo de tres meses serás capaz de ver en su interior muchas cosas que nunca hubieras pensado que estuvieran allí. Y ahora, por primera vez, tomas consciencia de que los pensamientos son sólo objetos. Y cuando te vuelves consciente, puedes colocar un pensamiento donde tú quieras. Si quieres expulsarlo, puedes expulsarlo.
Pero ahora no eres capaz de expulsarlo. Ahora no eres capaz de eliminar ningún pensamiento porque no eres capaz de agarrarlo. Desconoces incluso que sea un objeto que puede ser cogido y puede ser expulsado. No sabes en dónde están localizados; no sabes de dónde vienen. Todo el mundo dice, «No quiero tener miedo; no quiero enojarme». Pero no pueden hacer nada por evitarlo porque desconocen de dónde proviene esa ira, cuál es su raíz, dónde tiene esa ira su reserva, dónde se acumula esa ira. Desconoces sus raíces.
Todo pensamiento es un objeto. Tiene una reserva acumulada. Por eso, cuando un pensamiento llega, es sólo como una hoja de un gran árbol. No puedes cortarla y tirarla pues otra hoja brotará. Las raíces están ahí; el árbol está ahí. Cuando te vuelvas consciente, incluso sólo un poquito, de que los pensamientos están ahí, de que los deseos están ahí - la ira, la pasión, la lujuria - de que todo está ahí, no empieces a combatirlo. Tan sólo obsérvalos, porque con el observar te volverás más consciente, y con el luchar nunca te volverás consciente. No luches, ¡observa! «Observar» es la palabra, el mantra. Observa sin descanso, y cuanto más observes, más empezarás a sentir que la luz está ahí. La luz está ahí, sólo que tus ojos han de adaptarse.
¡Observa! Con el observar, los ojos se acomodarán. Y cuando haya más luz y todo se vuelva claro, cuando no haya un rincón oscuro, te volverás el amo de tu mente. Podrás excluir lo que quieras, podrás reordenar como quieras. Y una vez te vuelvas el amo de tu mente, te volverás consciente de dónde es que proviene la luz, de dónde está su origen. El sol no está ahí, está afuera. No has ni tan siquiera encendido una vela, y todo se ha iluminado. ¿De dónde proviene esa luz? Primero te darás cuenta de las cosas que son iluminadas, luego te volverás el amo de los objetos de tu mente y luego empezarás a ser consciente de dónde proviene esa luz, de cuál es su fuente. Empezarás a ser consciente de una flor floreciendo. Luego empezarás a ser consciente de dónde proviene esa luz. Entonces podrás conocer el sol.
Tendrás que proceder únicamente de un modo indirecto, desde un objeto iluminado hacia la fuente de la luz. De nuevo la luz no es lo que se ve; de nuevo verás al sol. Empieza primero por percibir los contenidos de la mente. Luego, más y más, la mente se irá aclarando. Luego tomarás consciencia de dónde procede esa luz. Justo en el centro de la mente está su origen. ¡Entonces entra en el origen! Ahora podrás olvidarte de la mente, tú eres el amo. Podrás decir a la mente: «¡Detente!» y la mente se detendrá.
La consciencia es necesaria para ser el amo. Nunca intentes lo contrario: primero ser el amo y luego ser consciente. Nunca funciona, nunca puede funcionar así. Eso no es posible. Sé consciente, y el convertirte en el amo llegará. Te vuelves el amo. Entonces acude al origen, entra en el origen de dónde procede esa luz. ¡Ve! ¡Entra en la Iluminación! Esa entrada en la Iluminación es el «baño». Te has vuelto el amo de tu mente. Ahora puedes convertirte en el amo de la vida misma; ahora puedes convertirte en el amo de la consciencia misma. Y una vez bañado en esa Ilu-minación, en esa fuente de luz, serás capaz de contemplarte a ti mismo en tu eternidad. En este instante, todo el pasado y el futuro estarán ahí. Este instante es eterno. Eres tan puro que el tiempo en su totalidad se junta en ti. El pasado purificado crea un futuro purificado, y este momento se vuelve eterno.
Observa, sé consciente, observa en profundidad los conte-nidos de la mente. Entonces te harás consciente del origen; luego entra en el origen. Es pavoroso, porque todo lo que has conocido como ti mismo, morirá. Este baño es una muerte, una perso-nalidad, todo morirá, porque la personalidad, la identidad, el ego, todos están en el polvo, en el polvo acumulado alrededor de tu ser. Sólo el ser permanecerá sin nombre ni forma. Y este sutra dice que este es el baño preparatorio. Sólo ahora eres capaz de entrar, y sólo hasta aquí tienes que esforzarte. En el instante en que eres purificado, en el instante en el que has atravesado este baño, en el instante en que los karmas se han disuelto, no necesitas ya hacer ningún esfuerzo.
Desde ese punto, Dios se convierte un campo gravitacional. Has entrado ahora en el Campo de la Gracia. Es lo mismo que la gravitación en la Tierra, pero has de entrar en el campo. Para las naves espaciales tenemos que hacer un arreglo fundamental: deben desprenderse de la atracción de la Tierra, salirse del campo de gravedad. Trescientos veinte kilómetros alrededor de la Tierra, envolviéndola, está el campo. Si estás bajo la acción del campo serás traído de regreso. Si traspasas los trescientos veinte kilómetros, la Tierra deja de poder influenciarte.
Lo Divino no puede tirar de ti al menos que estés totalmente puro, a menos que te vuelvas luz. Entonces, con igual velocidad, entras en lo Divino. De modo que esta entrada en la luz es el último esfuerzo. Una vez has sido purificado comienzas a gravitar. No necesitas moverte, eres atraído. Esta gravedad se conoce como Gracia: la fuerza de gravedad de lo Divino es la Gracia. La Gracia no es realmente una ayuda, ¡no! Es sólo una ley. Dios no otorga la Gracia solamente a algunos, no es así. No es parcial. La Tierra no es gravitacional únicamente para algunos. En el instante en que entras en el campo, la ley empieza a hacer su trabajo.
No digas pues que Dios otorga la Gracia, no digas que Dios es generoso, no digas que tiene compasión. No es cierto. Dios significa «La Ley de la Gracia». La ley comienza a operar. Una vez entras en su campo, la ley comienza a operar. Una vez te conviertes tú mismo en la luz, la ley comienza a trabajar y tú comienzas a gravitar.
Dije que la luz es la base de la vida. Incluso la ciencia coincide en esta frase. La ciencia acaba en este punto, no hay más allá para la ciencia. La religión tiene un más allá porque la religión dice que incluso más allá de la luz se halla la Existencia.
Otra cosa: la luz existe, por eso la luz posee dos cualidades: que es luz y que es existencia. Aun la luz no es lo supremo, pues posee dos cualidades: luz y existencia. La religión dice que la existencia puede darse sin luz, pero que la luz no puede darse sin existencia. Así que hay un paso más: la religión dice, «Dios es pura Existencia». Por eso, para la gente realmente religiosa, esta palabra o esta frase de «Dios es», es una falacia porque «Dios» y «es» significan lo mismo.
Una mesa «es», pero decir «Dios es» no es correcto. El hombre «es» porque puede «no ser», así que el hombre y «ser» son dos cosas concatenadas. Pero pueden ser separadas. Pero «Dios es» no es correcto porque Dios quiere decir «ser». O sea, es tautológico, repetitivo. Decir «Dios es» es tan absurdo como decir «Es es» o «Dios Dios». «Dios es» significa lo mismo que «Dios Dios» o «Es es». No tienen sentido, son absurdas. El «ser» es Dios. Por eso la religión lo reduce aún más y dice que cuando entras en la luz, entras en el «Ser», en la Existencia, en Eso. De modo que la luz es el aura de Eso. Cuando entras en la luz, entras en el aura. Pero en el instante en que entres en el aura serás succionado sin dilación. ¡Sin dilación!
Y ahora otra cosa. Dije que la luz se mueve a la más alta velocidad posible: 300.000 km por segundo. ¡Cuánto avanza la luz en un sólo segundo, en un minuto, en una hora, en un año! La unidad con la que los físicos miden su movimiento es el año luz. Un año luz significa la distancia que recorre la luz en un año a esta velocidad. Todavía esto es un movimiento en el tiempo. Es muy rápido, pero aún así a la luz le toma tiempo el desplazarse. Como dije, la luz no requiere de medio alguno, no necesita ningún vehículo, no necesita energía prestada, pero aún así la luz requiere de tiempo. Así para la religión, la luz necesita de algo sin lo cual es incapaz de desplazarse. Por eso la luz aún depende del tiempo.
La religión dice que debemos ahondar aún más para encontrar algo que no requiera ni siquiera de esa dependencia del tiempo. Para nosotros eso no tiene sentido. ¿Cómo se va a mover la luz sin medio alguno? Pero la ciencia afirma que se mueve. Y es así. La religión dice, «No te alteres. ¿Cómo puede existir Dios sin tiempo?» El «es», y Dios se mueve sin tiempo; la consciencia se mueve sin tiempo.
La luz posee la velocidad más elevada según las mediciones de la ciencia, pero en cierto modo es la más alta debido a que no puede decirse que la Existencia posea una mayor velocidad. En realidad la Existencia se mueve sin depender del tiempo. No es cuestión de velocidad. No podemos decir cuanto se mueve en un segundo. El movimiento es absolutamente absoluto. No hay intervalo. Por eso cuando uno penetra en esta Iluminación, es succionado. Incluso la palabra «succionado» requiere de cierto tiempo para ser pronunciada, pero el mismo fenómeno de ser succionado es intemporal.
Cuando digo «succionado», conlleva un tiempo, se pierde un tiempo. Pero, en realidad, cuando alguien entra en la Iluminación, no se requiere ni ese tiempo. No hay un intervalo. Eres succio-nado y más allá de esa luz está Dios, el templo. Esta luz únicamente te baña, te purifica, como un fuego. Te purificas. Y en el instante en que eres purificado: la entrada, la explosión.
Con la luz te vuelves inmortal, pero todavía percibes. Percibes que has penetrado en la inmortalidad. Pero al entrar en Eso, en el «ser», no percibes ni tan siquiera la inmortalidad. La vida y la muerte carecen ahora de sentido, sólo existe el «ser». Tú «eres», sin condiciones. Esa condición de «ser» es lo Supremo para la religión.
La luz es el campo, la mente está alrededor del campo y nosotros estamos alrededor de la mente, vivimos fuera de la mente. Por eso uno ha de entrar en la mente, luego en la luz y luego en lo Divino. No obstante nos mantenemos vagando alrededor, fuera de la mente. Este estado de estar siempre fuera de casa se ha vuelto un hábito fijo. Nos hemos olvidado de que vivimos en la terraza. Es cómodo, la terraza es un sitio cómodo para estar afuera. Por eso es por lo que nos hemos quedado ahí: es cómodo. Podemos desplazarnos por el exterior siempre y, puesto que nuestros deseos y nuestra mente están siempre en el exterior, vivimos en la terraza. De modo que en cualquier momento, a cualquier oportunidad de irnos, nos vamos. Hemos olvidado el que hay un hogar y que este salir afuera es convertirse en un mendigo. Entrar en la casa significa que has de girar la vista ciento ochenta grados y que has de utilizar tus ojos de una nueva manera, y que tendrás que atravesar una noche oscura. Tan sólo debido a un hábito fijo.
Los místicos cristianos han hablado mucho sobre «la noche oscura del alma». Esta es la noche oscura, debido a que nuestros ojos están fijos. Como dije, uno se vuelve miope, otro se vuelve hipermétrope. Y si continúa mirando a lo lejos, se vuelve incapaz de ver de cerca. Y si continúa mirando cerca, se vuelve incapaz de ver a lo lejos. Los ojos se vuelven fijos. Se vuelven mecánicos, pierden flexibilidad. Así como unos se han vuelto mío-pes y otros hipermétro-pes, nos hemos vuelto «externo-pes». Hemos de desarrollar la «interiorización» (*).
Puede que conozcas la palabra «interiorizar», pero puede que nunca hayas oído la palabra «externo-pe». Sabes que es «interio-rizar», pero carece de sentido a menos que entiendas que significa «externo-pe». Nos hemos vuelto «externo-pes», fijos en lo externo; hemos de desarrollar el «interno-pe», la interiorización. Siempre que tengas tiempo, cierra tus ojos, cierra tu mente al exterior y trata de penetrar en ella. Al comienzo te hallarás en una noche oscura. No habrá nada más que oscuridad. No seas impaciente. Espera y observa y poco a poco la oscuridad se irá disipando y serás capaz de percibir muchos fenómenos internos. Y únicamente cuando te vuelvas consciente del mundo interno, sólo entonces podrás darte cuenta dónde está el origen de donde procede esta luz. Entonces entra en el origen. A esto los Upanishads le llaman «el baño».
¡Cuán estúpida es la mente humana! Lo ritualizamos todo y se pierde el significado. Sólo permanecen entonces los estúpidos rituales. Así nos bañamos antes de acudir al templo. Y no hay ni templo ni baño. El templo está adentro y el baño también. Y este baño, dicen los Upanishads, es el baño en la Iluminación interna.
La luz es en realidad el puente entre lo Divino y el mundo. Lo Divino crea al mundo al crear la luz. La luz es la primera creación, y luego la luz se condensa y sobreviene la materia; luego la luz crece; digo que la luz crece, y luego aparece la vida; entonces la vida crece y aparece el amor.
Luz, vida, amor, esas son las tres capas. No te quedes en la segunda. O retrocede a las raíces o asciende hasta la semilla otra vez, a las flores. Desciende hasta la luz o asciende hasta las flores. Y hay dos caminos. Uno es el camino del conocimiento. «Conoci-
miento» significa descender hasta la luz. Con «Gyana Yoga» el verdadero secreto que se oculta es éste: descender hasta la luz. Y luego está el «Bakti Yoga», el camino de la devoción, que significa
ascender hasta el amor.
jueves, 6 de marzo de 2008
QUE ES LA VIDA…?
TU ERES LA VIDA... Y como primer entendimiento, debes saber que;
Tu vida es tu vida, no es la vida de nadie más.
No permitas que nadie te domine, no dejes que otros te dicten lo que has de hacer.
Eso es una traición a la vida, a tu vida.
Si dejas que otros te digan lo que has de hacer, sean tus padres, la sociedad, tu sistema educativo, tus políticos, tus sacerdotes, sean los que sean, si te dejas dominar por los demás, te perderás tu vida.
Porque el dominar proviene del exterior y la vida está en tu interior. Nunca se encuentran.
No te estoy diciendo que tengas que ser alguien que siempre diga no a todo. Porque eso tampoco sirve.
Hay dos clases de gente. Una pertenece al tipo obediente, dispuesto a entregarse a cualquiera. No poseen en su interior un alma independiente. Son inmaduros, infantiles, siempre buscando la figura del padre, buscando a alguien que les diga lo que han o lo que no han de hacer.
No son capaces de confiar en sí mismos. Esa gente forma la mayor parte de la población mundial, las masas.
Luego, en oposición a esa gente, existe una pequeña minoría que rechaza la sociedad, que rechaza los valores de, la sociedad.
Ellos creen que son rebeldes. No lo son; son sólo reaccionarios. Tanto si escuchas a la sociedad como si rechazas la sociedad, si la sociedad permanece siendo el factor determinante, entonces eres dominado por la sociedad
QUE ES LA MUERTE
LA MUERTE, ESTU MUERTE
Todo regresa a su fuente original, ha de volver a su fuente original. Si comprendes la vida, también comprenderás la muerte.
La vida es un olvidarse de la fuente original y la muerte es recordarla de nuevo.
La vida es alejarse de la fuente original; la muerte es regresar a casa.
La muerte no es algo repugnante, la muerte es hermosa; Pero la muerte es bella solamente para aquellos que han vivido la vida sin inhibiciones, plenamente, sin represión.
La muerte es hermosa solamente para aquellos que han vivido su vida de forma bella, que no se han sentido asustados de vivir; que han tenido el coraje suficiente para vivir, que han amado, que han bailado, que han gozado.
La muerte se convierte en la celebración suprema si tu vida ha sido una celebración.
Déjame que te lo diga de este modo: lo que tu vida ha sido, la muerte lo desvelará.
Si has sido un desdichado en la vida, la muerte revelará esa desdicha. La muerte es el gran revelador.
Si has sido feliz en tu vida, la muerte revelará esa felicidad. Si solamente has vivido una vida de comodidades físicas y de placeres físicos, entonces por supuesto, la muerte será algo muy desagradable e incómodo porque has de abandonar el cuerpo.
El cuerpo solamente es una morada temporal, un refugio en el que pasamos la noche y que dejamos por la mañana. No es tu morada permanente. No es tu casa.
http://www.youtube.com/watch?v=gPMJHf0xix0
VIVE LA VIDA, VIVE LA MUERTE
La vida es vivir. No es una cosa es un proceso: No hay otra forma de conocer lo que es la vida más que viviendo, estando vivo, fluyendo, discurriendo con ella.
Si buscas, el significado de la vida en algún dogma, en una determinada filosofía, en una teología, da por seguro que te perderás lo que es la vida y su significado.
La vida no te está esperando en ninguna parte; te está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que has de alcanzar, está aquí y ahora, en este mismo momento, en tu respirar, en la circulación de tu sangre, en el latir de tu corazón.
Cualquier cosa que seas, es tu vida y si te pones a buscar significados en otra parte, te la perderás. El hombre ha estado haciendo esto durante siglos.
Los conceptos se han vuelto muy importantes, las explicaciones se han vuelto muy importantes y lo real ha sido olvidado por completo. No vemos lo que de hecho ya está aquí, queremos racionalizaciones y nos perdemos el vivir de cada dìa.
martes, 4 de marzo de 2008
ORIENTE Y OCCIDENTE: MASA Y LEVADURA
Tu condicionamiento te ha dado la idea de una sola vida. La idea cristiana, la idea judaica, la idea musulmana - todas ellas arraigadas en el concepto judío de que hay una sola vida- han dado a Occidente una tremenda locura por la prisa. Todo tiene que hacerse con una prisa tal, que no eres capaz de disfrutar con ello y no puedes hacer nada con entera perfección. Más o menos consigues hacer algo y corres hacia otra cosa.
El hombre occidental ha estado viviendo bajo un concepto erróneo. Esto ha creado tanta tensión en la mente de la gente, que nunca pueden estar en paz en ningún sitio; están siempre yendo de un lado a otro y siempre preocupados porque uno no sabe cuándo va a venir el final. Antes del final, uno quiere hacerlo todo. Pero el resultado es justo lo contrario; no se puede ni siquiera llegar a hacer las cosas con gracia, de forma bella, perfecta.
Sus vidas están tan ensombrecidas por la muerte que no pueden vivir alegremente. Todo lo que trae alegría parece ser una pérdida de tiempo. Simplemente no pueden sentarse una hora en silencio, porque la mente dice, «¿Por qué estás perdiendo el tiempo? Podrías haber hecho esto, podrías haber hecho lo otro».
Es por ese concepto de una sola vida por lo que la idea de meditación nunca surgió en Occidente. La meditación necesita una mente muy relajada, sin prisa, sin preocupación. Sin ningún sitio a donde ir... sólo disfrutando, momento a momento, de lo que venga.
En Oriente, la meditación estaba destinada a ser descubierta. Justamente debido a la idea de la vida eterna, puedes relajarte. Puedes relajarte sin ningún miedo, puedes disfrutar, tocar tu flauta; puedes bailar y cantar tu canción; puedes disfrutar de la salida y de la puesta del sol. Puedes disfrutar toda tu vida. No sólo eso, puedes disfrutar incluso muriendo, porque la muerte también es una experiencia grande, quizás la experiencia más grande en la vida. Es un «crescendo».
En el concepto occidental, la muerte es el final de la vida. En el concepto oriental, la muerte es sólo un hermoso incidente en la larga procesión de la vida; habrá muchas, muchas muertes. Cada muerte es la culminación de tu vida antes de que otra vida empiece, bajo otra forma, otra etiqueta, otra consciencia. Tú no estás desa-pareciemdo; simplemente estás cambiando de casa.
Me estoy acordando de Mulla Nasrudin. Un ladrón entró en su casa. Mulla estaba durmiendo, no de verdad, sólo con los ojos cerrados, medio abriéndolos y viendo lo que el ladrón estaba haciendo. Pero él no creía que se debiera interferir en el trabajo de la gente. El ladrón no estaba interfiriendo en su sueño, ¿por qué tenía él que interferir en su profesión? ¡Que hiciera lo que tuviera que hacer!
El ladrón estaba un poco inquieto porque ese hombre parecía raro. Mientras vaciaba la casa, a veces algo se le caía de las manos con estrépito, pero Mulla permanecía completamente dormido. Una sospecha apareció en la mente del ladrón: que esta clase de sueño sólo es posible si el hombre está despierto. «¡Qué hombre tan extraño! No dice nada ¡Estoy vaciándole la casa entera!»
Todos los muebles estaban afuera, todas las almohadas estaban afuera, todo lo que había en la casa estaba fuera.
Y cuando el ladrón estaba recogiendo todo, atándolo para llevárselo a casa de repente sintió: «Alguien me está siguiendo». Miró hacia atrás; era el mismo hombre que estaba dormido. El dijo, «¿Por qué me estás siguiendo?
Mulla respondió, «No, yo no te sigo; estamos cambiando de casa. Lo has cogido todo. ¿Qué voy a hacer en esta casa? O sea que yo también voy contigo».
Este «irse por lo fácil» es el camino oriental; incluso con la muerte, Oriente se ha apegado a la idea... solamente un cambio de casa.
El ladrón estaba preocupado, dijo: «Perdóname, toma tus cosas».
Mulla dijo: «No, no es necesario. También yo pensaba en cambiarme de casa, ésta está casi en ruinas. No se puede tener peor casa que ésta. Y, de todos modos, soy un hombre muy perezoso. Necesito que alguien me cuide y tú te lo has llevado todo. ¿Por qué me dejas aquí?».
El ladrón se asustó... había estado robando toda su vida, nunca se había cruzado con un hombre así. Dijo: «Puedes coger tus cosas».
Mulla contestó: «No, no cambiaremos nada. Tendrás que llevarte las cosas; en caso contrario, iré a la policía. Me estoy portando como un caballero, no te estoy llamando ladrón, solamente eres un hombre que me está ayudando a cambiar de casa».
No hay prisa, por tanto tu idea de una vida corta es una idea peligrosa. Por eso aunque Oriente sea muy pobre, no existe la deses-peración, no hay angustia. Occidente es rico, pero la riqueza no ha aportado nada a su espiritualidad ni a su crecimiento; todo lo contrario, Occidente se encuentra muy tenso. Tendría que estar más relajado; posee todas las comodidades de la vida.
Pero el problema fundamental es que, en lo más profundo, Occidente sabe que la vida es muy corta; estamos haciendo cola y a cada momento nos acercamos más a la muerte. Desde que nacemos, empezamos el viaje hacia la tumba. En cada momento la vida se acorta, se vuelve más y más corta. Esto crea una tensión, una angustia, una ansiedad. Todas las comodidades, todos los lujos, todas las riquezas, pierden el sentido, porque no puedes llevártelas al más allá contigo. Tendrás que ir hacia la muerte solo.
Oriente está relajado. Primero: no da ninguna importancia a la muerte; es solamente un cambio de forma. Segundo: por estar tan relajado te vuelves consciente de tus riquezas interiores, que se irán contigo incluso más allá de la vida. La muerte no puede llevárselas.
La muerte puede coger todo lo que está fuera de ti y si no has hecho crecer tu ser interior, naturalmente existirá el miedo a no poder salvar nada de la muerte, a que se lleve todo lo que tengas. Pero si has hecho crecer tu ser interior, si has encontrado paz, éxtasis, silencio, alegría -que no dependen de nada exterior- si has encontrado el jardín de tu ser y has visto las flores en tu propia consciencia, la cuestión del miedo a la muerte no aparece.
Otra vez te digo, recuerda sólo una cosa: tú eres un ser inmortal. Ahora mismo ésa no es tu experiencia, puedes aceptarlo como una hipótesis. No como una creencia, sino como una hipótesis con la cual puedes experimentar.
No quiero que nadie acepte nada de mí como una creencia, sino sólo como una hipótesis. Porque yo conozco la verdad de ello, no necesito forzar ninguna creencia, ni fe en ti. Conociendo la verdad puedo decirte, «Es simplemente un experimento, una hipótesis temporal», porque sé con certeza que si experimentas, tus hipótesis se convertirán en tu propio saber, no en una creencia, ni en fe, sino en certeza. Y sólo la certeza puede salvarte. Las creencias son barcos hechos de papel.
Uno no debería pensar que puede cruzar el océano de la Existencia en un barco hecho de papel.
Necesitas una certeza... no una creencia, pero una verdad que sea experimentada por ti mismo. No una verdad de otro, sino la tuya propia. Entonces es una delicia el ir hacia lo desconocido, hacia el inexplorado océano; es una tremenda excitación y éxtasis.
lunes, 3 de marzo de 2008
Qué puedo ofrecer a Dios
Qué es lo que el hombre puede ofrecer? ¿Cuál puede ser su ofrenda? Podemos ofrecer sólo lo que nos pertenece. Lo que no nos pertenece no podemos ofrecerlo, y el hombre siempre ha ofrecido aquello que no le pertenece. El hombre ha sacrificado aquello que no es suyo.
La religión se convierte en un ritual si ofreces algo que no es tuyo. La religión se convierte en una experiencia auténtica si ofreces algo que verdaderamente te pertenece. Los rituales son en realidad métodos para escapar de la auténtica religiosidad. Puede que encuentres sustitutos, pero no estás engañando a nadie más que a ti mismo, porque ¿cómo vas a ofrecer algo que no es tuyo? Puedes sacrificar un caballo, puedes sacrificar una vaca, puedes ofrecer tierras, pero nada de ello te pertenece. Así que, realmente, esto es robar en nombre de la religión. ¿Cómo vas a ofrecer a lo Divino algo que no es tuyo?
Por eso lo primero es averiguar qué es lo que es tuyo, qué es lo que te pertenece. ¿Hay algo que te pertenezca? ¿Eres tú el amo de algo de forma que puedas decir, «Esto pertenece al hombre y yo se lo ofrezco a lo Divino»? Esta es una de la preguntas más difíciles: «¿Qué es lo que le pertenece al hombre?» Nada parece pertenecerle. Y cuando nada parece pertenecerte, únicamente puedes decir, «Puedo ofrecerme a mí mismo». Pero incluso esto es incorrecto porque, ¿te perteneces tú a ti mismo? ¿Es tuyo tu ser? ¿Eres responsable de tu ser? ¿Eres responsable de tu existencia?
El hombre proviene de alguna parte, de algún origen desconocido. No es responsable de que esté aquí. Kierkegaard ha dicho, «Cuando miro al hombre, siento que ha sido arrojado aquí». No es ni siquiera responsable de su propio ser; el ser está arraigado en lo Divino. Considéralo así: ¿Puede un árbol decir, «Me ofrezco a mí mismo a la tierra»? ¿Qué significado tiene? Carece de sentido porque el árbol está enraizado en la tierra, el árbol es sólo una parte de la tierra. El árbol es sólo tierra y nada más, de modo que cómo va a decir, «Me ofrezco a mí mismo a la tierra»? No tiene sentido. El árbol es una parte. No es distinto, por lo tanto el ofrecimiento no es posible. Así que, primero, sólo puedes ofrecer aquello que te pertenece. Segundo, sólo puedes ofrecer si hay una cierta distancia, una cierta separación.
El árbol no puede ofrecerse a sí mismo porque no es diferente de la tierra en sí. O considéralo así: un río no puede decir, «Me ofrezco a mí mismo al mar». El río no se basa en el mar. Es algo aparte. Pero aún así no puede decir, «Me ofrezco al mar». ¿Por qué? No puede decirlo porque no es una elección del propio río. El río ha de fluir hacia el mar. No hay posibilidad de elección. El río es impotente. Aunque el río deseara elegir no ofrecerse, no podría escoger, pues el ofrecimiento es inevitable. Cuando el ofrecimiento es inevitable, no tiene sentido.
El río no puede afirmar, «Me ofrezco a mí mismo al mar», porque es algo que ha de llegar. Este llegar forma parte de la naturaleza. El río no llega al mar debido a que sea él el que lo haya elegido pues no hay posibilidad de elección de su parte. El río es impotente, no puede hacer nada más. Y una tercera cosa: sólo puedes ofrecer algo cuando tienes la posibilidad de hacer otra cosa. Si tienes la posibilidad de no ofrecer, sólo entonces te vuelves capacitado para ofrecer. Entonces ésta es tu elección.
El hombre está arraigado como un árbol. El hombre es un árbol, sólo que con raíces móviles, enraizado en el Ser, enraizado en la Existencia. Y el hombre no es algo separado: en lo profundo no hay separación. Un hombre no es responsable de su propio ser: tiene que regresar inevitablemente como un río precipitándose en el mar. Así qué, ¿dónde está la elección? ¿Cómo vas a ofrecer? Tu muerte será una disolución tanto si quieres como si no. ¿Quién eres? ¿En dónde estás y dónde es que el ofrecimiento se hace posible?
Este sutra es muy profundo. Este sutra dice,
La mente constantemente apuntando hacia Eso, es la ofrenda.
No puedes ofrecerte a ti mismo, pero puedes ofrecer tu mente. Esto te pertenece y ésta es tu elección. Si no la ofreces, lo Divino no puede forzarla para que se ofrezca. No eres impotente. No es como un río precipitándose al mar. La mente tiene una elección. Puedes seguir negando lo Divino y lo Divino no puede obligarte. Tu ser se arraiga en lo Divino, pero no tu mente. No puedes negar lo Divino en lo concerniente a la Existencia. Tú eres parte suya.
Puedes negar lo Divino en lo que respecta a la consciencia. Puedes negarlo hasta tal grado que eres capaz de vivir en una consciencia en la cual no haya nada similar a lo Divino. Para decirlo de otra forma, «Dios es» o «Dios no es» puede ser tu elección. Incluso si no hay Dios eres capaz de fabricarte uno, puedes creer. Incluso aunque haya Dios, puedes negarlo, y nada puede hacerte variar. Por eso la única elección posible es la de la mente, la única libertad posible es la de la mente. Tu ser está arraigado, pero tu mente es libre.
Desde luego, tu mente nace de tu ser, pero todavía así es libre, libre en el sentido en que un árbol está enraizado en la tierra; el árbol está arraigado, las ramas, las raíces, cada flor está arraigada, pero la fragancia de la flor puede liberarse y puede desplazarse sin estar arraigada. Por eso eres como un árbol, pero tu mente es una fragancia. Puede ser ofrecida, puede no serlo. Depende de ti.
La libertad del hombre es la mente del hombre. Los animales no son libres únicamente porque no tiene elección: son lo que son. ¡No tienen elección! No pueden ir en contra de la naturaleza. La mente del hombre es la libertad del hombre. Así que lo que debe entenderse fundamentalmente es que debido a que la mente es una opción libre puede volverse una ofrenda. Puedes ofrecer tu mente, pero también puedes resistirte, puedes ir en contra, e incluso ni Dios podrá obligarte. Esta es la gloria, ésta es la belleza de la existencia humana. Por eso el hombre es el único animal que es, en cierto modo, libre. De esta libertad puedes hacer uso o abuso.
La mente constantemente apuntando a Eso,
es la ofrenda
. Si tu mente puede ser constantemente direccionada, continuamente dirigida hacia Eso, te has ofrecido a ti mismo. Pero debido a que la mente posee libertad es muy difícil atarla a algo. Su auténtica naturaleza es ser libre, por eso cuando intentas someterla, se rebela, se vuelve rebelde.
Puede que te siga si no lo intentas, pero si lo intentas se va a rebelar porque la naturaleza misma de la mente es la de libertad, y en el instante en que tratas de fijarla en algo, se rebela. Es natural. Puedes ofrecer la mente, pero no es fácil. Ofrecer la mente es la cosa más difícil. Y cuando digo, «La mente significa libertad», se vuelve más difícil aún. Estás intentando que la mente vaya en contra de su naturaleza.
La concentración va en contra de la mente porque estás tratando de limitarla sobre algo, exclusivamente a algo. Pero la mente es libertad, movimiento, un constante movimiento. Vive sólo cuando do se mueve. Existe sólo cuando se mueve. Es una fuerza dinámica, por eso en el momento en que tratas de fijarla estás tratando de lograr algo imposible. ¿Qué hacer pues? El hombre religioso ha intentado siempre fijar la mente hacia lo Divino, y cuanto más intenta fijarla, más se va la mente hacia el Diablo.
Jesús se encuentra al Diablo. El Diablo no está en ningún lugar más que en el esfuerzo de Jesús por estar constantemente apun-tando hacia lo Divino. El Diablo no existe. Ocurre tan sólo que cuando obligas a la mente a atarse a algo, crea el opuesto para poder moverse. Debes comprender la ley del efecto contrario. Con la mente, esta ley es fundamental. Intentes lo que intentes, lo contrario será el resultado. Lo contrario, lo totalmente opuesto, será el resultado. Intenta pues dirigir tu mente hacia Dios y te encararás con el Demonio. Lo contrario será el resultado. Intenta dirigir tu mente y tu mente se volverá anárquica, te encontrarás agitado.
Cuanto más se busca la quietud, más inquieta se vuelve la mente. Cuanto más tratas de silenciarla, más ruido crea. Cuanto más intentas volverla buena, más pecados la tientan. Esta es la ley básica de la mente. Es tan básica como lo es la ley de Newton para la Física: la ley del efecto contrario.
Trates lo que trates de alcanzar, nunca lo lograrás. Lograrás lo contrario, y entonces se crea un círculo vicioso. Cuando logras lo contrario, empiezas a pensar que «lo contrario» es tan poderoso que «He de luchar con más ahínco». Cuanto más luchas, más poderoso será el opuesto, lo contrario. Lo opuesto no existe. Tú lo creas únicamente porque tratas de someter a tu mente. Es un subproducto, un subproducto que aparece porque desconoces la ley. ¿Qué hacer pues para ofrecer la mente a lo Divino ? Si eliges lo Divino en contra de algo nunca vas a ser capaz de ofrecer.
Sólo hay un método: elige a lo Divino como el Todo; toma a lo Divino como la Totalidad; toma a lo Divino en todo y por todo. Incluso si el Demonio se te aparece, vive lo Divino en él. De este modo habrás hecho el ofrecimiento, y posteriormente el ofreci-miento puede continuarse, sin interrupciones, sin pausas, porque ahora ninguna pausa es posible. Por eso es por lo que los Upanishads no emplean la palabra «Dios». Utilizan Eso, pues en el instante en que pronuncias «Dios», se crea el Demonio. En realidad no emplean palabra alguna: usan un dedo. Dicen Eso, y con este Eso lo incluyen todo. Todo y por todo. Si eres pues capaz de concebir lo Divino como el Todo, entonces eres capaz de ofrecer. En caso contrario se creará el opuesto: ofrecerás a Dios, y la ofrenda irá a parar al Diablo.
Todas las religiones han encarado el problema, la dicotomía. El cristianismo, el judaísmo o el islamismo. Todas las religiones surgidas de la India han aceptado la dicotomía. Han aceptado la dicotomía de Dios-y-el-Diablo. Por eso si analizas la historia de esas religiones te darás cuenta de un fenómeno muy extraño. Jesús representa a Dios, pero el Diablo también sigue tentándole. Y sea lo que sea lo que Jesús representa, su Iglesia representa lo opuesto, lo diametralmente opuesto. Por eso al cristianismo le precocupa poco Cristo. Más bien, el cristianismo es su enemigo, porque cualquier cosa que haya hecho la Iglesia no puede decirse que haya sido la obra de Dios. Puede considerarse la obra del Diablo. Pero esto se debe a la ley del efecto contrario.
Una vez aceptas la dicotomía, el opuesto será el resultado. Cristo predica el amor y la Iglesia representa el odio. Cristo dice, «No te resistas ni al mal», y toda la historia de la Iglesia no es más que una larga guerra. Por eso Nietzsche está en lo cierto cuando afirma, «El primer y el último cristiano murieron en la cruz». ¡También el último! Después de Jesús no ha habido otro cristiano. No obstante, San Pablo y otros cristianos no son tan responsables de esto como aparentan serlo. La verdadera responsabilidad recae en la ignorancia de la ley del efecto contrario.
Si eliges una parte como Divino y una parte como anti-Divino, la mente se irá cambiando de bando. Y la mente tiene sus propios trucos para poderse cambiar de bando. Es capaz de justificar el mal en defensa del bien; puede justificar la guerra por la paz; es capaz de matar y asesinar en nombre del amor. Así que la mente es muy astuta y sagaz desplazándose al opuesto. Y cuando se desplaza te proporciona todas las razones necesarias para que creas que «No estoy cambiando». Por eso si escoges a Dios como algo aparte del mundo o en contra del mundo, nunca serás capaz de ofrecer la mente. Y una ofrenda parcial no es una ofrenda. Esto también debes recordarlo.
Una ofrenda parcial está matemáticamente equivocada. Es como una circunferencia incompleta; no es una circunferencia. Una circunferencia es sólo una circunferencia cuando está completa, cerrada. No puedes llamar a una circunferencia incom-pleta, circunferencia. ¡No lo es! O bien la ofrenda es total o no lo es. ¿Cómo vas a ofrecer algo en parte? Es intrínsecamente imposible. ¿Cómo vas a amar parcialmente? O amas o no amas. No hay compromiso posible. No hay posibilidad de grados en el amor. O lo hay o no lo hay. Todo lo demás es puro engaño.
El ofrendar es algo completo en sí mismo. Puedes renunciar, puedes entregarte, pero no puedes decir, «Me entrego en parte». ¿Qué quieres decir? Una entrega parcial significa que tú eres todavía el amo y que puedes reconsiderarlo. La parte que has salvaguardado puede rectificar; mañana puede decir no. De modo que una entrega total es aquella en la que nada es salvaguardado, nada es retenido, de tal manera que no puedes retroceder. No hay retroceso posible porque no hay nadie que permanezca al margen y pueda retroceder. Así el ofrecimiento es total.
Pero si divides al mundo, si divides la Existencia en extremos opuestos, te hallarás en una profunda dicotomía y tu mente se desplazará al opuesto. Y cuanto más te resistas, más atrayente se volverá. Lo negativo es muy atrayente. Cuando insistes dema-siado en el «no hacer», la atracción se vuelve insoportable. Un no es una invitación altamente encantadora. Siempre que intentes forzar tu mente hacia algo, lo otro, aquello hacia lo que no estás tratando de ir, se volverá atrayente. Y antes o después te aburrirás de la parte que has escogido, y la mente se cambiará. Siempre se cambia.
La filosofía china dice que el «Yin» está continuamente desplazándose hacia el «Yang» y que el «Yang» continuamente se desplaza hacia el «Yin», y forman un círculo. Están en perpetuo movimiento el uno hacia el otro. El hombre está continuamente yendo hacia la mujer y la mujer se mueve continuamente hacia el hombre, y forman un círculo. Y la luz se mueve hacia la oscuridad y la oscuridad se mueve en pos de la luz, y hacen un círculo. Y cuando te aburres de la luz, eres atraído por la oscuridad; y cuando estás aburrido de oscuridad eres atraído por la luz.
Continuamente vas de un opuesto al otro. De modo que si tu Dios forma parte del mundo de opuestos, parte de la lógica de los opuestos, te irás hacia el otro extremo. Por eso es por lo que el Upanishad dice Eso. En este Eso, todo está implícito, nada es negado. Los Upanishads tienen un concepto muy en favor de la vida, un filosofía muy en favor de la vida.
En realidad, esto es bastante raro. Albert Schweitzer ha dicho que la filosofía hindú niega la vida, pero en realidad no ha entendido nada. En su mente, cuando dice «filosofía hindú», debe de haberse estado refiriendo a Buda y a Mahavira. Pero ellos no son la verdadera corriente, ellos son los chicos rebeldes. La filosofía hindú no niega la vida. Muy al contrario. Albert Schweitzer es un cristiano; es profundamente cristiano y la filosofía cristiana niega la vida. La filosofía hindú es una de las que más afirman la vida.
Por eso es bueno el que nos adentremos en esta afirmación de la vida; sólo entonces serás capaz de comprender el significado de Eso, porque está es una de las palabras más afirmativas, que no niega nada. El «negar la vida» significa que tu Dios está en cierto modo en contra de la vida. Los jainos niegan la vida. Afirman que este mundo es pecado. ¡Debes abandonarlo, renunciar a él! A menos que renuncies a él totalmente no podrás alcanzar lo Divino. Así que lo Divino se vuelve algo que puedes alcanzar sólo si pones ciertas condiciones: si renuncias al mundo.
Este es un requisito fundamental. Para los budistas también éste es un requisito fundamental: «Debes renunciar a todo: debes elegir la muerte. ¡La muerte, no la vida, ha de ser la meta! ¡Debes esforzarte para no nacer de nuevo! La vida no tiene valor alguno, carece de valor. Existe en función de nuestros pecados. Es un castigo y, de alguna forma, has de escaparte, no has de nacer de nuevo». Pero éste no es el concepto hindú. A los Upanishads no les preocupa para nada este tema .
La misma actitud de negación de la vida es la cristiana: «La vida es pecado y el hombre nace en pecado». La historia comienza con pecado. Adán fue expulsado del cielo porque pecó. Desobedeció y por tanto nosotros nacemos del pecado. Por eso es que los cristianos insisten tanto en que Jesús no nació por un acto sexual, en que nació de una madre virgen: porque si naces de un acto sexual, naces del pecado, y al menos Jesús no debe haber nacido del pecado. Así que todos nacemos en pecado; la Huma-nidad vive en pecado. Se requiere pues una absoluta renunciación para alcanzar lo Divino.
El cristianismo también se orienta hacia la muerte. Por eso la cruz ha adquirido tanta importancia. Si no fuera así, la cruz no contendría tanto significado. Es el símbolo de la muerte. Los hindúes no pueden concebir como la cruz pudo volverse un símbolo, hasta el punto de que Jesús es significativo en tanto que fue crucificado. Si Jesús no hubiera sido crucificado y hubiera sido simplemente un hombre común, el cristianismo no hubiera nacido.
Así pues, los que están orientados hacia la muerte son atraídos por Cristo debido a que fue crucificado. La muerte de Jesús se convirtió en el hecho histórico más importante. De modo que, en realidad, el cristianismo nació porque los judíos, de forma estúpida, crucificaron a Jesús. Si no hubiese sido crucificado, no hubiera había cristianismo. Por tanto Nietzsche está en lo cierto otra vez. El sostiene que el cristianismo no es realmente cristianismo sino «cruz-tianismo», orientado hacia la cruz.
Schweitzer dice que los hindúes niegan la vida. Se equivoca porque él está pensando en Buda. El tenía tanto de hindú como Jesús de judío. Del mismo modo que Jesús nació judío, él nació hindú. Pero los hindúes tienen su esencia en los Upanishads, los cuales preceden a Buda, y Buda no dijo nada que no figurará ya en los Upanishads. Estos afirman la vida, la afirman totalmente. Y ¿qué quiero decir cuando digo que la afirman plenamente? No te puedes imaginar a Jesús bailando, no te lo puedes imaginar cantando, no te puedes imaginar a Buda bailando o cantando o amando, no te puedes imaginar a Mahavira luchando. ¡No puedes! Sólo Krishna puede ser imaginado riendo, bailando, amando, incluso luchando, sin negar nada. ¡Sin negar nada!
Toda la vida es Divina, así que escoger a Dios no es renunciar al mundo. Elegir a Dios significa escoger a Dios utilizando al mundo, no en contra del mundo. Este es el significado de Eso. Y cuando elijes a Dios estando a favor del mundo, no en oposición al mundo, no hay oposición. Sólo entonces puedes escapar de la ley del efecto contrario. Cuando eliges Eso a través de esto, entonces no hay oposición, no hay polaridad. Y cuando no hay polaridad, la mente carece de un lugar al que ir. No es que esté atada, no es que sea esclava, no es que la hayas forzado a permanecer ahí. Ahora no tiene dónde moverse. El opuesto no existe.
Entiéndelo claramente: cuando el opuesto no existe, la mente es libre para moverse, aunque no se mueve, porque ¿adónde puede ir? Si se puede mover, se moverá pues el moverse es su naturaleza. Y si creas la dicotomía, se desplazará al opuesto, se rebelará contra ti. Si no hay dualidad, si el opuesto no existe y has incluido al opuesto en lo Divino, entonces ¿adónde va a ir la mente? Se mueva donde se mueva, sólo puede ir a Eso. Por eso, si Krishna baila con una chica, baila con lo Divino, porque la chica no está excluida, lo Divino no está en contra de la chica. Si lo Divino estuviera en contra de la chica, la chica se convertiría en el Diablo. Entonces la chica sería una tentación y surgirían dificultades.
Cristo es incapaz de reír: vive en constante tensión. Krishna es capaz de reír pues no hay tensión alguna en él. Cuando todo es Divino y cuando todo se transforma en una ofrenda, ¿dónde está la tensión? No tiene porqué haberla y Krishna puede estar a gusto en cualquier parte. Incluso en el infierno puede encontrarse a gusto porque el infierno es Eso.
Te estaba diciendo que los jainos han colocado a Krishna en el infierno porque él fue el responsable del Mahabharata, la gran guerra hindú. Lo han condenado al séptimo infierno; el más profundo; adecuado para los peores pecadores. Pero en cuanto cierro mis ojos y empiezo a imaginármelo en el infierno, no puedo verlo si no es bailando. Debe de estar bailando allí. Aunque esté allí, debe de estar bailando, porque incluso el infierno es Eso. Y no tendrá prisa alguna ni rezará para poder salir del infierno. No se esforzará en ello, porque Eso está presente en todas partes. No necesitas ir a ninguna parte y no necesitas pensar en ciertas premisas, pensar en que sólo en ciertas condiciones El es posible.
El es posible en toda condición. El está incondicionalmente presente. Cuando seas capaz de concebir a lo Divino como incondicionalmente presente, entonces se convertirá en el Eso de los Upanishads. Entonces, incluso en el veneno, Eso es ; incluso en la muerte Eso es; incluso en el sufrimiento Eso es. Y no puedes irte a sitio alguno. O vayas donde te vayas, te vas a Eso. Por lo tanto Eso debe ser concebido mediante el esto, pues si no es así la ley del efecto contrario comenzará a funcionar. Y toda persona religiosa tiene que caer bajo la ley del efecto contrario.
A menos que lo comprendas totalmente, a menos que comiences a percibir que esta ley está en funcionamiento en todas partes, nunca crees extremos opuestos en la mente porque entonces serás víctima de tu propia estupidez. En el momento en que escoges uno como opuesto a otro, has cavado la zanja en la que vas a caer. Vas a ser hipnotizado por el opuesto.
Todos estamos hipnotizados por el opuesto. Una sociedad se vuelve sexual si afirmas que el sexo es pecado. Entonces el sexo se torna romántico, comienza a adquirir un halo de misterio a su alrededor. Un hecho vital tan simple, tan sólo por llamarlo pecado, se convierte en la zanja. ¡Y sólo porque se le llama pecado! Llama a lo que sea pecado y habrás creado un algo mediante el cual vas a ser hipnotizado. La autohipnosis es ahora posible. Niega algo y ya has caído en la trampa.
Lao Tse dice, «Una distinción de un centímetro entre el cielo y la tierra, y todo queda separado. Una distinción de un centímetro entre lo bueno y lo malo, y todo es separado».
No se debería hacer distinción alguna. Por eso es por lo que religión no es moralidad. La religión está más allá porque la moralidad no puede existir sin distinciones, y la religión no puede existir con distinciones. La moralidad no puede existir sin crear el otro. Depende de la división en opuestos: el bien y el mal, y así sucesivamente. Así que Dios y el Demonio no son parte de la religión sino de la moralidad. El concepto de Dios como opuesto al mal, al Diablo, a Satán no es en realidad un concepto religioso. Es un concepto moral.
Cuando por primera vez fueron traducidos los Upanishads a las lenguas occidentales, los eruditos se hallaron desconcertados porque no aparecía nada similar a los Diez Mandamientos, que dicen, «¡Haz esto, y no hagas esto otro!» No había nada como los Diez Mandamientos, y sin los Diez Mandamientos ¿cómo puede existir una religión? ¿Cómo? Occidente no podía imaginárselo. Por eso esos libros no fueron considerados realmente religiosos, porque no había discusión acerca de lo que es bueno y de lo que es malo y sobre lo que se debería y sobre lo que no se debería hacer.
Y en cierto modo esto era correcto. Si nuestro concepto de religión es como moralidad, entonces los Upanishads no son religiosos. Pero si los Upanishads no son religiosos, entonces nada es religioso, porque la moralidad es sólo una conveniencia, y la moralidad puede cambiar según la nación, según la raza, según la geografía, según la historia. Cambiará, porque cada raza, cada nación crea sus propios sistemas. La religión no es una conveniencia y no puede cambiar de una raza a otra. No depende de la geografía y no depende de la historia. En realidad no depende de la forma de pensar del hombre. Depende de la verdadera naturaleza de la Realidad. Por eso, la religión es, en cierto modo, eterna.
Las moralidades son siempre temporales. Pertenecen a cierta época, a cierto tiempo y a cierto espacio. Luego cambian. Cuando pasa el tiempo, cambian. Pero la religión es eterna porque es la misma naturaleza de la Realidad. No depende de tu forma de pensar. Esta religión pertenece a la Realidad sin opuestos. Pero a la Realidad se la escinde en opuestos. Según la vemos, la vemos dividida, porque el mismo hecho de ver la divide, del mismo modo que un rayo de luz, un rayo de sol, se descompone al pasar a través de un prisma.
Cuando la mente observa las cosas, éstas son divididas en polaridades. En el instante en que observamos, dividimos. No somos capaces de permanecer en la Realidad indivisa ni un solo instante. Te veo y ya te he dividido: hermoso-feo, bueno-malo, blanco-negro, mío-no mío. En el instante en que te observo, la división se hace presente. La mente trabaja como un prisma, y el prisma divide la Realidad. Y si continúas escogiendo, serás una víctima de tu mente. Lo bueno y lo malo son caracterizados como tales por la mente.
No elijas lo bueno como opuesto a lo malo, pues si lo haces, al final, caerás en lo malo oponiéndote a lo bueno. Escoge el bien a través del mal; conoce el mal a través del bien. Son uno: siente esta indivisible unidad. Contempla la vida a través de la muerte; contempla la muerte a través de la vida; no como opuestos, sino como uno, como los dos extremos de una misma cosa. Esto es lo que se quiere decir con Eso. Y el sutra dice,
La mente constantemente apuntando
a Eso, es la ofrenda.
La mente debe estar fluyendo hacia Eso constantemente, continuamente, sin pausa. ¿ Cómo va a fluir la mente si haces de Dios algo separado del mundo? Tendrás que comer y te olvidarás, te olvidarás de tu Dios. Tendrás que dormir y te olvidarás, te olvidarás de tu Dios. Tendrás que hacer tantas y tantas cosas, que Dios será siempre un constante conflicto. Por eso una religión que viva con Dios en oposición al mundo crea mucha angustia, y las mal llamadas personas religiosas no es que estén constantemente esforzándose hacia Dios, si no que simplemente están esfor-zándose, en tensión. Viven en angustia. Todo se vuelve en contra de Dios, de modo que la angustia hace su aparición. ¿Cómo van a ser capaces de reír? ¿Cómo van a poder cantar? Todo se queda en un querer y no poder. Dondequiera se dirijan para descubrir a Dios, algo aparece como un obstáculo.
El mundo entero se vuelve un enemigo. Los amigos no son amigos. Se quedan a medias, se vuelven enemigos. El amor se convierte en veneno, porque se queda a medias. Todo se convierte en un obstáculo. Eres obstaculizado desde todas partes. ¿Cómo vas a poder vivir en paz? No puedes. Incluso un simple hombre, un hombre del mundo es capaz de vivir más en paz que tú. Si tu Dios está en oposición al mundo, no puedes vivir en paz. Te hallarás en constante tortura.
Desde luego, cuando la tortura es auto-impuesta, el ego se siente halagado y reforzado y por este motivo disfrutas con ello. Y cuando alguien comienza a disfrutar con sus auto-impuestas torturas, es que está loco, ido. No está en sus cabales. Te puedes convertir pues en un mártir de tu propia estupidez y puede que incluso otros te veneren porque hay gente que se siente muy feliz cuando alguien se tortura a sí mismo. Disfrutan. Son sádicos y tú te vuelves un masoquista. Te torturas a ti mismo. Eres capaz de torturarte a ti mismo sin descanso y te torturarás a ti mismo cuando todo el mundo esté en contra de Dios. Entonces la vida será una constante tortura. Todo es pecado, y todo creará culpa y miedo y ansiedad, y te verás envuelto constantemente en el caos.
Te torturarás a ti mismo y te volverás un masoquista. Y siempre que hay un masoquista los sádicos hacen su aparición y lo veneran. Hay gente que se siente bien cuando alguien está sufriendo. Les gustaría hacerte sufrir, pero tú les has ahorrado el problema: te estás torturando a ti mismo. Ellos se sienten bien. De modo que de cada cien, noventa y nueve santos están simplemente enfermos, existencialmente enfermos: son masoquistas. Puedes venerarlos, pero te llevarán al infierno. Y en esto no consiste la religión. La religión consiste esencialmente en crear una vida extática, una vida que sea una bendición, un gozo absoluto. ¿Cómo se relaciona pues esta ansiedad con el gozo? Son extremos opuestos.
Los Upanishads dicen, «Ofrece tu mente a Eso mediante esto, a través de cualquier medio». No crees obstáculo alguno, no crees el opuesto. Sea lo que sea que es, es Eso. Y, en verdad, un milagro sucede. Cuando contemplo el bien a través del mal, el mal desaparece. Cuando digo que contemplo Eso a través de esto, esto desaparece. Se vuelve transparente y sólo Eso permanece. El mundo deja de estar allí, pero somos aún incapaces de ver Eso que allí permanece.
El mundo desaparece. Por eso es por lo que Shankara afirmaba que es una ilusión. El decir ilusión o maya no significa que el mundo no exista. Sólo significa esto: que el mundo no es una realidad, sino una imagen. Si eres capaz de observarlo en profundidad, Brahma se revela y el mundo desaparece.
Si no eres capaz de ver Eso, el mundo se vuelve mucho más real. Esta realidad emerge porque eres incapaz de hallar lo Real. En el instante en que encuentras lo Real, el mundo desaparece. No significa que dejen de existir las casas, las naciones, que no vaya a haber carreteras; no, esto no es lo que significa. Cuando Shankara dice que el mundo es una ilusión y que desaparece cuando Eso es revelado, no significa que desaparezca como un sueño, ¡no! Desaparecerá en un sentido diferente.
Desaparecerá cuando lo oculto sea revelado, cuando la Totalidad sea revelada. La gestalt cambia, toda la gestalt cambia. Bajo un nuevo modelo empiezas a ver diferente. El mismo árbol es, para un leñador, una cosa, y el modelo, la gestalt para un pintor es otra cosa distinta. Para un leñador puede que el verdor no exista porque sólo se fija en la madera, en la textura de la madera, en si puede ser empleada en ebanistería o no. Esta mente tiene una gestalt, y en esta gestalt, según este modelo, puede que el árbol no sea verde. Puede que él no haya contemplado su verdor.
Un pintor se halla en sus proximidades. Para él el árbol es verde, y me pregunto si sabes que cuando un pintor mira a un árbol, no ve sólo verde, porque existen miles de tonalidades distintas del verde. Cuando los ves, por lo general, todos los árboles son verdes, pero no hay dos verdes que se parezcan entre sí. Dos verdes son dos colores. Cada verde tiene su verdor propio. De modo que, para un pintor, no existe sólo un verde. Hay un verde A, un verde B, un verde C. Muchas tonalidades, muchas individualidades.
Un amante que está triste, que ha perdido a su amada, puede que no se percate del árbol. El verde puede parecerle muy triste y se le presentará con diferentes colores y tonalidades. No será capaz de percibir su textura, o puede incluso que eso le recuerde el cuerpo de su amada, no la textura del árbol. Y un niño jugando allí y un viejo muriéndose allí, ¿contemplarán una misma realidad? Su gestalt serán distintas. Surgirá un árbol distinto, habrá allí un árbol distinto.
¿No es posible que un Shankara no vea al árbol sino sólo a Eso? ¿Ni la textura del árbol, ni su verdor, ni la tristeza del amante, ni la alegría del niño, ni la pesadumbre del moribundo, nada? ¿No es posible que un Shankara vea sólo Eso y no el árbol? Entonces el árbol se vuelve transparente. En una nueva gestalt el árbol desaparece y Brahma es revelado. Esto es lo que quiero decir cuando digo observa, descubre, indaga por todas partes en busca de Eso. Y cuando comiences a percibir a Eso por todo, tu mente no podrá moverse: el opuesto no existirá.
Entonces surge la ofrenda, ¡Sólo entonces! Entonces has sido, entonces has dado. No eres capaz de darte a ti mismo. Solamente puedes entregar tu mente porque tú puedes despren-derte de tu mente. Tú estás en Eso, pero no tu mente. ¡No puede estarlo! Y tú eres libre: la elección es tuya. Así que tú serás el responsable, nadie más. La responsabilidad es tuya, por lo tanto ser o no ser religioso es tu decisión. No te pierdas en lo innecesario; en si Dios existe o no existe. ¡Es tu decisión! No tiene sentido el discutir si hay o no hay Dios: es tu elección. Puedes decir que no existe, pero diciendo esto niegas una Realidad mayor y el camino a ella. Puedes afirmas que existe, y diciéndolo, te estás abriendo a una más grande Realidad.
Esto no puede ser probado: si El existe o no existe. No puede ser probado como hecho científico, porque si fuera probado no existiría la libertad. Entonces la ofrenda sería imposible. Si se convierte en un hecho tan vulgar como cualquier otro, si se convierte en un hecho como lo es la Tierra o el Sol o la Luna, si se convierte en un hecho ordinario, objetivo, entonces no serás libre de elegir. Por eso Dios no se convertirá nunca en un hecho científico, y no podrá probarse si existe o no. Sólo se puede decir esto: si lo eliges, te volverás diferente; si no lo eliges, también serás diferente. Si no lo eliges crearás un infierno para ti; si lo eliges, te crearás una existencia extática.
El es irrelevante. Es tu elección la que cuenta. Tanto si Dios es como si no es, no tiene importancia. No vale la pena ni discutirlo. Lo básico, lo importante es que si eliges te vuelves diferente, y si no eliges también te vuelves diferente. ¡Todo depende de ti! Depende de ti el que desees una existencia que sea puro miedo y temblor, pura angustia y muerte, un largo sufrir o bien desees un gozo, una apertura momento a momento hacia un gozo cada vez mayor. De modo que la pregunta no consiste en si Dios existe o no. La pregunta consiste en si tú deseas o no deseas ser transformado y transportado a otra Existencia. Y eso siempre será tu elección.
Si todo el mundo afirma que Dios existe y yo lo niego, puedo seguir negándolo y nadie podrá obligarme a cambiar. Por eso es por lo que es una ofrenda. ¡Es un ofrecimiento! Puedes ofrecer, o puedes retener. Tú ya te has ofrecido, así que este no es el tema. Pero tu mente no ha sido ofrecida, y este es el enigma: que vives en Eso, pero sufres. Tú estás en Eso, pero sufres. ¿Por qué? Porque tu mente no está en Eso. Y, en realidad, es tu mente la que sufre, no tú. Tú nunca has sufrido, nunca podrás sufrir. Nunca has muerto, no puedes morir. Pero tu mente sufre, tu mente muere y nace, y muere y sufre y sigue sufriendo. Esta mente ha crecido demasiado. Ofrécela a Eso y llegarás al punto en el que siempre has estado. Realizarás eso que es tu naturaleza.
Buda fue interrogado, «¿Qué es lo que has alcanzado?» Cuando hubo alcanzado el Nirvana, cuando alcanzó la Ilumi-nación se le preguntó, «¿Que es lo que has alcanzado?» Buda dijo, «No he alcanzado nada, sólo aquello que ha estado en mí siempre. Más bien, al contrario, me he desprendido de algo. No he alcanzado nada. He perdido la mente que estaba en mí y he alcanzado Eso que estuvo siempre conmigo, pero que debido a esa mente no podía penetrar, no podía verlo».
Es tu elección. La pantalla de la Realidad es nuestra elección. El ocultar la Realidad es la mente. Esta vida de miseria lo es por decisión nuestra y nadie más es responsable. Y tú puedes continuar durante vidas junto a ella. Has seguido así y puedes seguir junto a ella durante vidas enteras. Y nadie podrá separarte y nadie podrá tirar de ti, porque ésta es tu libertad. Sólo tú puedes salirte de ella y puedes saltar en el momento en el que lo decidas. Así que no pienses más en términos tales como «Al haber estado viviendo durante tantas vidas en esta ignorancia ¿cómo voy a salirme de ella en un instante? Puesto que he vivido tantas y tantas vidas en ignorancia, ¿cómo lo voy ha hacer?» Eres capaz de salirte en cualquier instante porque todas esas vidas fueron tu elección. Cambia la elección y todo cambiará.
Es algo así: si en esta habitación ha habido oscuridad durante muchos años, dirás, «¿Cómo voy a poder encender una vela en este mismo instante? ¡Ha estado tan oscuro durante tanto tiempo! Durante años ha estado oscuro, ¿cómo va a dispersar la oscuridad en un instante una vela encendida? Tendremos que esforzarnos durante años y años y la vela tendrá que luchar también durante años y años. Sólo entonces podrá ser dispersada la oscuridad, porque la oscuridad tiene un pasado, tiene una historia. Tiene un gran, un profundo arraigue».
Pero enciende la luz y la llama desaparecerá. La oscuridad no tiene tiempo: tiene sólo duración. Por duración quiero decir que no se va apilando, así que no puede adquirir espesor. Un instante de oscuridad tiene el mismo espesor que un año o un siglo de oscuridad. No puede engrosarse más. No puede acumularse y no se acumula a cada instante que pasa. No puede volverse tan gruesa y tan densa que una luz de una vela no pueda penetrarla. Permanece la misma. Sólo tiene duración, una simple duración sin que vaya adquiriendo grosor.
La ignorancia es simplemente como la oscuridad: sólo tiene duración. Puedes permanecer en ella por siglos, por milenios, y simplemente en una decisión instantánea deja de estar ahí. Es como la luz. En el instante en que la luz se hace presente, la oscuridad deja de estar allí. Y la oscuridad no puede decir, «Esto no es como debería ser. He estado aquí durante muchos, muchos siglos, y esto no es lo correcto. He permanecido aquí y he tomado posesión de este lugar. Se ha vuelto mío».
No puede decir nada. Cuando la luz aparece, la oscuridad simplemente desaparece. De este modo llega la Iluminación, llega el ofrecimiento. Eres capaz de ofrecer en cada momento: tú decides. Pero la ofrenda debe ser total y sólo puede ser total si no divides la Realidad. Afirma la vida como Divina; afirma ambos extremos opuestos como Eso. Entonces, te muevas o no te muevas, no puedes ir a ninguna parte. O, dondequiera que vayas, te encontrarás Eso. Esto es una mente apuntando continuamente, y esto, dice el Upanishad, es la única ofrenda. Todo lo demás son falsos sustitutos.
OSHO
domingo, 2 de marzo de 2008
Zorba el Buddha Cap. 1
Mi rebelde, mi hombre nuevo es Zorba el Buddha.
La humanidad ha vivido creyendo o bien, en la realidad del alma y lo ilusorio de la materia o en la realidad de la materia y lo ilusorio del alma. La humanidad en el pasado se divide en espiritualista y materialista.
Pero nadie se ha preocupado de observar la realidad del hombre. El es un conjunto de los dos. Ni es solamente espiritual - solamente consciencia - ni solamente materia. Es una tremenda armonía, entre materia y consciencia. O quizás, materia y consciencia no sean dos cosas diferentes, sino dos aspectos de una misma realidad: materia es el exterior de la consciencia y consciencia el interior de la materia.
Pero no ha existido en el pasado ni un solo filósofo, sabio o místico religioso que haya declarado esta unidad. Todos han estado a favor de dividir al hombre, denominando una parte la real y la otra, lo irreal. Esto ha creado una atmósfera de esquizofrenia en todo el mundo.
No puedes vivir sólo como cuerpo. Eso es a lo que Jesús se refiere cuando dice: “No sólo de pan vive el hombre”. - pero esto sólo es una verdad a medias. No puedes vivir sólo como consciencia, pero tampoco puedes vivir sin pan. Tu ser tiene dos dimensiones. Ambas tienen que realizarse, por lo tanto, necesitan oportunidades iguales para su crecimiento. Pero el pasado ha estado, o bien a favor de una, y en contra de la otra, o a favor de la otra y en contra de la primera.
El hombre como totalidad, nunca ha sido aceptado.
Esto ha creado miseria, angustia y una tremenda oscuridad, una noche que ha durado miles de años, que parecía no tener fin. Si escuchas al cuerpo, te condenas a ti mismo; si no lo escuchas sufres - estás hambriento, eres pobre, estás sediento. Si solamente escuchas a la consciencia, tu crecimiento estará en desequilibrio; la consciencia crecerá, pero tu cuerpo se achicará y se perderá el equilibrio. Y en el equilibrio está tu salud, en el equilibrio está tu integridad, tu regocijo, tu canción, tu danza.
Occidente ha escogido escuchar al cuerpo, y se ha vuelto completamente sordo con respecto a la realidad de la consciencia. El resultado final es una magnífica ciencia, avanzada tecnología, una sociedad floreciente, riqueza en cosas mundanas, terrenales, y en medio de toda esta abundancia, un pobre hombre sin alma, completamente perdido - sin saber quién es, por qué es, sintiéndose casi un accidente, un capricho de la naturaleza.
A no ser que la consciencia crezca junto con la riqueza del mundo material, el cuerpo - la materia - pesará demasiado, y el alma se debilitará. Estás demasiado cargado con tus propias invenciones, tus propios descubrimientos. En vez de crear una vida hermosa, han creado una vida que la misma élite inteligente no considera digna de ser vivida.
El Oriente ha escogido la consciencia y ha condenado la materia, todo lo material - incluido el cuerpo - como maya, como ilusorio, como un espejismo en el desierto, que sólo tiene apariencia pero ninguna realidad intrínseca.
El Oriente ha creado a Gautam Buddha, a Mahavira, a Patanjali, a Kabir, a Farid, a Raídas - una larga fila de personas de elevada consciencia y estado de alerta. Pero también ha creado millones de gente pobre, hambrienta, muriéndose de hambre como perros - sin comida suficiente, ni agua pura que beber, apenas con ropa, sin refugio.
Una situación extraña…. En Occidente cada seis meses tienen que tirar miles de millones de dólares en productos lácteos y otros alimentos al océano, porque es un superávit - y no quieren sobrecargar sus comercios, no quieren reducir los precios y destruir así su estructura económica. Por un lado, en Etiopía mil personas están muriéndose cada día, y al mismo tiempo el Mercado Común Europeo destruye alimentos por un valor de dos mil millones de dólares. Esto no es el costo de los alimentos en sí, es lo que cuesta transportarlos y tirarlos al océano. ¿Quién es responsable de esta situación?
El hombre más rico de Occidente está buscando su alma y encontrándose vacío, sin amor, sólo deseo, sin oración, simplemente repitiendo como un loro, palabras que le han enseñado en el catecismo; sin religiosidad - sin sentimientos por otros seres humanos, sin respeto por la vida, por los pájaros, árboles, animales - la destrucción es tan fácil.
Hiroshima y Nagasaki no hubieran ocurrido si no se hubiese pensado en el hombre como simple materia. De igual manera, no se hubieran apilado tantas bombas nucleares si se hubiese pensado que, en cada hombre, existe un Dios escondido, un esplendor oculto, que no ha de ser destruido si no descubierto, que no deberá ser destruido sino atraído hacia la luz - un templo de Dios. Pero si el hombre sólo es materia, química, física, un esqueleto cubierto de piel, entonces, con la muerte todo muere, nada permanece. Por esto, un Adolfo Hitler es capaz de matar seis millones de personas sin inmutarse. Si la gente es nada más que materia, no es preciso pensarlo dos veces.
El Occidente ha perdido su alma, su interioridad. Rodeado de sin sentido, aburrimiento, angustia, no se está encontrando a sí mismo. Todo el progreso de la ciencia no es de ninguna utilidad, porque la casa está llena de todo lo necesario, pero el dueño está ausente.
Aquí, en Oriente el dueño está vivo, pero la casa se encuentra vacía. Es difícil regocijarse con estómagos hambrientos, cuerpos enfermos, la muerte rondándote; es imposible meditar. De esta forma hemos sido perdedores innecesariamente.
Todos nuestros santos, todos nuestros filósofos, espiritualistas y materialistas, ambos - son responsables de este inmenso crimen cometido contra el hombre.
Zorba el Buddha es la respuesta.
Es la síntesis entre la materia y el alma.
Es la declaración de que no existe conflicto alguno entre materia y consciencia, que podemos ser ricos en ambos aspectos. Podemos disfrutar de todo lo que el mundo provee, lo que la ciencia y la tecnología pueden producir, y al mismo tiempo gozar todo lo que un Buddha, un Kabir, un Nanak, encuentran en el interior de su ser - las flores del éxtasis, la fragancia de la divinidad, las alas de la suprema libertad.
Zorba el Buddha es el nuevo hombre, es el rebelde.
Su rebelión consiste en destruir la esquizofrenia del hombre, destruir la división, destruir la espiritualidad que actúa en contra del materialismo, y destruir el materialismo que actúa en contra de la espiritualidad.
Es un manifiesto que cuerpo y alma están unidos, que la existencia está repleta de espiritualidad, que hasta las montañas están vivas, que hasta los árboles son sensibles, que toda la existencia contiene ambos…, o quizás nada más, que una misma energía que se expresa de dos maneras - como materia y como consciencia. Cuando la energía se purifica, se expresa a sí misma como consciencia; cuando la energía está en bruto, sin purificar, densa, aparece como materia. Pero toda la existencia no es más que un campo de energía.
Esta es mi experiencia - no mi filosofía. Y es apoyada por la física moderna y sus investigaciones: la existencia es energía.
Podemos permitir que el hombre tenga los dos mundos en conjunto. Ni es preciso que renuncie a este mundo para obtener el otro, ni que niegue el otro para disfrutar de éste. De hecho, disponer sólo de un mundo, pudiendo disfrutar de dos, es ser pobre innecesariamente.
Zorba el Buddha es la posibilidad más rica.
El vivirá su naturaleza con toda plenitud.
Cantará canciones de esta tierra
No traicionará ni a la tierra ni al cielo. Reivindicará todo lo que es de esta tierra, todas las flores, todos los placeres y también reivindicará todas las estrellas del cielo.
Reivindicará toda la existencia como su hogar.
El hombre del pasado era pobre, porque dividió la existencia. El nuevo hombre, mi rebelde, Zorba el Buddha, proclama toda la existencia como su hogar. Todo lo que contiene es para nosotros, y lo debemos de usar de todas las maneras posibles sin culpabilidad, sin ningún conflicto, sin preferencia. Sin elegir disfruta todo de lo que la materia es capaz, y regocíjate de todo lo que la consciencia hace posible.
Sé un Zorba, pero no te detengas ahí.
Sigue avanzando hasta convertirte en Buddha.
Zorba es una mitad, Buddha es una mitad.
Se cuenta una antigua historia: en un bosque cerca de la ciudad, vivían dos vagabundos. Naturalmente eran enemigos, como lo son todos los profesionales - dos doctores, dos profesores, dos santos-. Uno era ciego y el otro cojo, y los dos eran muy competitivos; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego podía escapar, pero no podía ver donde correr, no podía ver hacia donde todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo - el fuego era demasiado rápido, salvaje - así pues lo único que podía ver con seguridad era que se acercaba el momento de su muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una repentina claridad: “El otro hombre, el ciego puede correr y yo puedo ver”. Olvidaron toda su competitividad. En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentan a la muerte necesariamente uno se olvida de toda estúpida enemistad.
Crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionarían como un solo hombre. El cojo puede ver y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y por salvarse mutuamente la vida, se hicieron amigos; por primera vez dejaron de lado su antagonismo.
Zorba está ciego - no puede ver, pero sabe bailar, cantar, regocijarse. Buddha ve, pero él sólo puede ver-. El es pura vista - simplemente claridad y percepción - pero no puede bailar; está tullido, no puede cantar ni regocijarse.
Ya es hora. El mundo está en llamas; la vida de todos está en peligro. El encuentro del Zorba con el Buddha puede salvar a toda la humanidad. Su encuentro es la única esperanza.
Buddha aporta consciencia, claridad, ojos para ver más allá, ojos para ver aquello que es casi invisible. El Zorba puede entregar todo su ser a la visión de Buddha - sin dejar que permanezca una visión árida-, sino al contrario, convirtiéndola en una forma de vida repleta de éxtasis danza y alegría.
El Embajador de Sri Lanka me escribió una carta diciendo que debería dejar de usar las palabras Zorba el Buddha… porque Sri Lanka es un país Budista. Dijo: "Ofendes a nuestro sentimiento religioso mezclando dos tipos tan diferentes, Zorba y Buddha”.
Yo le contesté: “Quizás no entiendas que Buddha no es propiedad privada de nadie y Buddha no es necesariamente Gautam Buddha a quien has estado venerando durante miles de años en los templos. Buddha simplemente significa ‘El iluminado’. Es un adjetivo no es un nombre propio, se puede llamar Buddha a Jesús; Mahavira es llamado en escrituras Jaina, el Buddha; Lao Tzu es un Buddha, cualquiera que esté iluminado es un Buddha. La palabra Buddha simplemente significa ‘El que ha despertado’. Pues bien, el despertar no es propiedad de nadie; cualquiera que esté dormido puede también despertar. Es simplemente natural, lógico, es un corolario - si eres capaz de dormir, eres capaz de despertar-. Zorba está dormido, por lo tanto, tiene la capacidad de despertar. Así pues, por favor no te enojes innecesariamente. Yo no estoy hablando sobre tu Gautam Buddha. Estoy hablando sobre la cualidad misma del despertar. Lo estoy utilizando como un símbolo”.
Zorba el Buddha no es más que un nuevo nombre para un nuevo ser humano, un nuevo nombre para una nueva era, un nuevo nombre para un nuevo comienzo.
Todavía no me ha contestado. Aún gente que ocupa puestos como el de embajador, son tan profundamente ignorantes, tan estúpidos. El pensó que me había escrito una carta muy significativa, sin entender ni siquiera el significado de Buddha. Buddha no era el nombre de Gautam, su nombre era Gautam Siddharth. Buddha no era su nombre - sus padres lo llamaron Gautam Siddharth-. Siddhart era su nombre, Gautam su apellido. Le llamaron Buddha porque llegó a ser un iluminado; de otro modo también fue un Zorba. Cualquiera que no ha despertado es un Zorba.
Zorba es un carácter ficticio, un hombre que creía en los placeres del cuerpo, en los sentidos. Disfrutó de la vida en toda su plenitud, sin preocuparse de lo que le habría de suceder en una próxima vida - si entrará por las puertas del cielo o será arrojado al infierno. Era un pobre sirviente cuyo jefe era muy rico, pero muy serio - de cara larga muy inglés.
Una noche de luna llena…, no he podido olvidar lo que le dijo a su jefe. Estaba en su cabaña. Salió con su guitarra, iba a la playa a bailar - e invitó a su jefe. Le dijo: “Jefe, sólo hay una falla en ti - piensas demasiado. ¡Simplemente ven! Este no es el momento de pensar, la luna está llena y todo el océano danza. No pierdas esta oportunidad”.
Arrastró al jefe del brazo. El intentó no acompañarlo porque Zorba estaba completamente loco; ¡solía bailar en la playa todas las noches! Se sintió turbado - ¿Qué pasaría si alguien lo ve junto con Zorba? Pues no solamente lo estaba invitando a estar con él. ¡Lo estaba invitando a bailar con él!
Viendo la noche de luna llena y el océano danzando, la marejada y Zorba cantando con su guitarra, de repente el jefe comenzó a sentir una energía en sus piernas que nunca antes había sentido. Animado y persuadido, finalmente lo acompañó en el baile; al principio renuente, mirando furtivamente a su alrededor, pero en plena noche no había nadie en la playa. Entonces, se olvidó por completo del mundo y comenzó siendo uno con el Zorba danzante, con el océano danzante, con la luna danzante. Todo se disipó. Todo se convirtió en danza.
Zorba es un personaje ficticio y Buddha es un adjetivo para cualquiera que deja de dormir y despierta. Ningún Budista tiene que sentirse ofendido.
Le estoy dando al Buddha la energía para bailar y al Zorba los ojos para mirar más allá de los cielos, hacia destinos lejanos de existencia y evolución.
Mi rebelde no es otro que Zorba el Buddha